Antes de cada nueva temporada de Fórmula 1, los fanáticos revisan el calendario para buscar las fechas más relevantes. Una de ellas, sin duda, es el Gran Premio de Mónaco, donde Franco Colapinto se prepara para participar por segunda vez como titular en Alpine. Con solo 21 años, el joven piloto argentino se convierte en el 11° compatriota en correr en el icónico circuito de Montecarlo, un escenario que, aunque no siempre prometió grandes emociones, tiene un encanto que lo distinguió del resto.
Desde su primera edición, Argentina tuvo representación en este Gran Premio. Juan Manuel Fangio marcó el camino en 1950 al conseguir la victoria, junto a otros pioneros como José Froilán González y Alfredo Pián. Fangio continuó mostrando el talento argentino en 1956 y 1957, mientras que Carlos Reutemann sumó su nombre a la lista de ganadores en 1980.
Sin embargo, la presencia argentina en Mónaco se desvaneció entre 1957 y 1972, y desde el 2000, ningún piloto argentino compitió en el Principado. Este viernes, Colapinto romperá esa pausa de 25 años, recordando a Gastón Mazzacane, el último en competir allí. Antes de él, varios argentinos intentaron dejar su huella: Esteban Tuero, Oscar Larrauri, Ricardo Zunino, Carlos Menditéguy y Roberto Mieres, aunque con escasos logros.
Las expectativas son altas para Franco en esta carrera. Es un circuito en el que puede aprovechar al máximo su Alpine A525, ya que la potencia del motor no juega un rol tan decisivo y su experiencia en el trazado es alentadora, con buenos resultados previos en Fórmula 3 y Fórmula 2. Superar la barrera de 45 años sin que un argentino terminara una carrera en Mónaco será su mayor desafío, pero las miradas quedaron puestas en él mientras trató de hacer historia.
