“Contar lo que no leí": Entrevista a Julieta Sverdlick sobre "Cuando quieras podés destruirme”

Cuando quieras podés destruirme es el primer libro de Julieta Sverdlick, publicado por Ediciones Urano. Se trata de una historia que acompaña el proceso de crecimiento de una adolescente mientras comienza a descubrirse a sí misma y a explorar su sexualidad.
Gentileza Julieta Sverdlick
Créditos: Gentileza Julieta Sverdlick
Por: Olivia Regis

Durante su adolescencia, la protagonista conoce a M, una compañera de taller literario algunos años mayor, y lo que al principio parece solo admiración pronto se transforma en algo más profundo. A lo largo del relato, ella deberá tomar decisiones importantes, atravesar cambios significativos y enfrentarse a la realidad de estar enamorada de una mujer, animándose a vivir ese amor sin dejarse paralizar por el “qué dirán”.

El libro está dividido en capítulos, en su mayoría breves, que alternan entre recuerdos del pasado y escenas del presente, entretejiendo reflexiones personales que marcan distintos momentos clave de su vida.

Julieta Sverdlick es escritora, actriz y cantante. Estudió Música en la Escuela de Música Contemporánea y Artes Escénicas en AMDA, Nueva York. Su formación multidisciplinaria le permitió desarrollarse tanto en el ámbito teatral como en el literario, adaptando y protagonizando obras como Terapia, allá voy y Caramelos para el viaje, presentadas en escenarios de Buenos Aires y Nueva York.

Además de su trabajo literario, Julieta es creadora y conductora del podcast Pasame la Repe, lanzado en 2021, y dirige Destino Broadway, el podcast de Go broadway. También participó de talleres de escritura con autoras como Karina Macció y Luz Santomauro, y publicó textos breves como En la punta de la lengua y Entre los dedos.

Desde 2020 vive en Nueva York junto a su esposa Anna y sus dos gatas, Oreo y Pepper. Activa en redes sociales, comparte su mirada creativa y experiencias personales bajo el usuario @julietasvk.

Julieta y Anna

¿Recordás el momento o la situación en que nació la primera idea de este libro?

 No sabía que iba a escribir un libro. Durante la pandemia, aburrida, empecé a escribir casi como un juego. Siempre me gustó escribir, pero lo había dejado. Quise recuperar algún recuerdo de la infancia porque sentía que me acordaba de muy poco. Así surgió un texto que, con el tiempo, se convirtió en el segundo capítulo de Cuando quieras podés destruirme. Empezó como una crónica, sin intención de que fuera un libro.

¿Qué te impulsó a contar esta historia en particular?


En un seminario durante la pandemia, quienes leyeron los primeros textos me preguntaron cuál era el corazón de lo que estaba escribiendo. Ahí entendí que quería contar ese momento en el que todo lo que la protagonista creía se desarma: cuando sus padres se enteran de que está saliendo con una chica.

Más allá del coming out, es un instante en el que su visión del mundo cambia por completo. Es algo muy cercano a mi experiencia, y sentí que era una historia que no había leído antes. Por eso quise contarla.

¿Cuánto de lo que escribiste está basado en experiencias propias o cercanas?


El libro está basado en experiencias propias, pero también creo que toda palabra escrita es ficción. Al escribir, una ya está eligiendo un punto de vista, una manera de contar, lo que entra y lo que queda afuera. Entonces, aunque el punto de partida sea real, todo se transforma en función de la historia. Para mí, ambas cosas conviven: lo vivido y la ficción.

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¿Escribiste el libro de forma lineal o fue tomando forma a medida que avanzabas?


El libro fue tomando forma a medida que avanzaba. No lo escribí de manera lineal, sino que fui trabajando escenas sueltas, algunas conectadas entre sí y otras más aisladas. Después, con mi mentora Luz Santomauro, fuimos armando la estructura, definiendo el orden, qué iba antes o después según lo que la historia necesitaba. Fue como armar un rompecabezas para que se entendiera bien el recorrido de la protagonista.

Juli en Arkansas

¿Hubo alguna escena que sabías desde el principio que sí o sí tenía que estar?


Sabía que iba a escribir el comienzo y el final de la relación, y también que tenía que estar el momento en que los padres se enteran de que la protagonista está saliendo con una chica. Fue una escena difícil de recordar y de escribir, la trabajé mucho, probablemente fue la que más reescribí. Me costó, pero sentía que era central para la historia.

¿Cómo fue volver a escribir desde la perspectiva de la adolescencia? ¿Te resultó liberador, doloroso, divertido...?


Para mí fue liberador, pero no en el sentido de desahogo, sino como una forma de compartir algo que quería decir. Suelo escribir poniéndome en el lugar exacto desde donde suceden las cosas, como si estuviera ahí.


En este caso, quería retratar la intensidad emocional de ciertos momentos adolescentes, cuando muchas cosas se sienten por primera vez. Escribir desde esa perspectiva fue la única forma en la que pude hacerlo.

El libro habla del despertar sexual y del deseo en clave femenina y adolescente. ¿Por qué te interesaba contar ese proceso desde adentro?


Porque en mi adolescencia no tuve acceso a historias que hablaran del deseo o del despertar sexual desde una mirada diversa o femenina. Sentí que contar ese proceso desde adentro podía ser importante, sobre todo por lo nuevo y confuso que se vive en esa etapa, cuando no hay referentes.


Creo que haber tenido aunque sea una historia que lo nombrara habría cambiado mucho mi experiencia. Por eso me interesó escribir algo que hubiera querido leer en ese momento.

¿Qué fue lo que más disfrutaste escribir?


Lo que más disfruté fue cada vez que lograba escribir un texto nuevo y compartirlo con Luz, mi mentora. Esos encuentros y sus devoluciones fueron muy valiosos para mí. Me cuesta cambiar de etapa, pasar de escribir a corregir o al revés, pero ese momento de crear algo nuevo y poder mostrarlo fue lo que más disfruté del proceso.

¿Recibiste algún mensaje o comentario de lectoras que te haya emocionado especialmente?


Sí, desde el principio recibí mensajes que me emocionaron mucho y que me recordaron lo importante que es la representación. Aunque la historia transcurre alrededor de 2010, uno podría pensar que hoy las cosas son distintas, que hay más visibilidad y más historias diversas. Pero me di cuenta muy rápido, con la salida del libro, de que sigue siendo difícil para muchas personas vivir su identidad libremente.

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Me escribieron lectoras diciéndome que no podían tener el libro en su casa, que lo leían online a escondidas, pero que se sentían reflejadas en fragmentos que habían escuchado o leído. Me dijeron que por primera vez sentían que no estaban solas. Eso me conmovió profundamente. También recibí mensajes muy íntimos, confesiones que nunca antes habían podido decir en voz alta. Saber que el libro puede ser un refugio o una compañía para alguien fue algo muy movilizante y emocionante para mí.

Sos actriz, cantante, escritora... ¿Cómo dialogan estas disciplinas entre sí en tu vida creativa?


En mi vida creativa, todo gira en gran parte alrededor del teatro, especialmente del teatro musical, así que la actriz y la cantante van muy de la mano. Pero también ser actriz es contar historias, y escribir también lo es. En el fondo, las tres disciplinas parten del deseo de compartir algo interno con los demás.


Vivo el arte como un puente: una forma de encontrarme con el otro, de reflejarme, de compartir experiencias o de descubrir miradas distintas. A veces me refugio más en la escritura, otras veces en el escenario, pero las tres formas de expresión están siempre presentes, aunque en distintos momentos ocupen más o menos espacio.

Gentileza Julieta Sverdlick

¿Pensás seguir escribiendo narrativa o te gustaría explorar otros formatos como el guión o la poesía?


Durante muchos años escribí poesía, desde la adolescencia hasta mis veintitantos, y siempre me sentí más cercana a ese género. La narrativa fue algo nuevo para mí, y de algún modo todavía lo es. Me sigue resultando un terreno para explorar, y por ahora tengo ganas de seguir escribiendo en esa dirección.
La poesía quedó un poco más lejos, aunque cada tanto aparece algún poema suelto. Y el guion o el teatro son formatos que me interesan mucho, siempre tengo ganas de escribir algo ahí, pero todavía no encontré del todo mi forma. Es una cuenta pendiente que sigue abierta.

Actualmente vivís en Nueva York. ¿Cómo fue ese cambio de país y cómo impactó en tu forma de escribir o crear?


Vivo en Nueva York, pero desde el año pasado vengo encontrando la forma de volver a Argentina dos o tres meses al año para seguir teniendo proyectos acá. Ahora, por ejemplo, estoy por estrenar una obra llamada Caramelos para el viaje, que se presenta los sábados a las 22:30 en el Teatro Nun durante julio y agosto.


A través de la escritura encontré una manera de mantenerme conectada con Argentina. Por ahora escribo en español, y aunque me encantaría traducir Cuando quieras podés destruirme para que llegue también allá, lo siento muy argentino. El libro está muy arraigado a quien soy, a mi historia y al lugar donde viví casi toda mi vida.


Me mudé en 2020 (aunque ya me había ido antes por un tiempo), y fue justo entonces cuando empecé a escribir. Haber publicado el libro en Argentina, tener lectores acá, trabajar con una editorial local… todo eso me da mucha alegría y tranquilidad. Siento que, incluso desde la distancia, puedo seguir creando acá. De hecho, vivir en Nueva York reforzó todavía más mis ganas de seguir escribiendo en y para Argentina.

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¿Estás trabajando en un próximo libro o proyecto nuevo? ¿Podés contarnos algo?


Lo que vengo trabajando tiene que ver con mi mudanza a Nueva York, con esos primeros días allá, y con lo que implica migrar: vivir con el corazón dividido entre dos lugares. También toca el tema del crecimiento personal, porque esa mudanza fue para mí un momento de muchísimo cambio.
Todavía no sé en qué se va a transformar. Cuando quieras podés destruirme también empezó siendo una cosa y terminó siendo otra. Pero por ahora, lo que estoy escribiendo va por ese camino.

¿Qué libros o autoras te influenciaron al momento de escribir esta historia?


Siempre me cuesta citar referencias, porque tuve una etapa en la adolescencia en la que leí muchísimo, y después me enojé con la literatura cuando empecé a estudiar Letras. Dejé de leer, y cuando volví a escribir lo hice desde un lugar más alejado, aunque todo eso que leí sigue estando en mí, de forma menos consciente.


Hace poco me di cuenta de algo que no había notado antes: durante muchos años dije que mi libro preferido era Cerca del corazón salvaje, de Clarice Lispector, y recién ahora veo lo mucho que me influyó. Es un libro que ella escribió a los 17 años, precioso, donde la protagonista va y viene entre momentos de su vida: a veces es chica, a veces más grande, recuerda su infancia. Tiene una estructura muy parecida a Cuando quieras podés destruirme, aunque yo no lo pensé así al escribirlo. Ahora lo veo y es evidente que esa lectura me marcó.

Si tuvieras que definir este libro con una sola palabra, ¿cuál elegirías? ¿Por qué?


Es difícil elegir una sola palabra, pero creo que sería autoaceptación o aceptación. No son palabras que me encanten, suenan un poco a autoayuda, pero siento que el corazón del libro pasa por ahí: por el proceso de descubrir quién sos y poder aceptarlo.


A veces los obstáculos no están sólo afuera, en el entorno o en el desconocimiento, sino también adentro. Aceptar lo que una es, aunque al principio eso no encaje con lo que se pensaba o se deseaba ser, es un paso enorme. Y es desde ahí donde se puede crecer, estar en paz, quererse, y amar a otro.


En el libro, la protagonista se encuentra con la homofobia en muchos lugares: en una sociedad que claramente no estaba libre de eso, en un colegio que se suponía abierto, en una familia que parecía acompañar... pero sobre todo, se la encuentra en ella misma. Ese rechazo interno, ese miedo o esa negación, es lo que más le impide ver su deseo y defenderlo.


Por eso, creo que el libro es sobre esa lucha interna y externa. Sobre el momento en que finalmente puede decir: “Acá estoy yo, soy así, y está bien”.

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