Un ataque aéreo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) contra la Iglesia de la Sagrada Familia, ubicada en el norte de la Franja de Gaza, dejó un saldo de cuatro muertos y siete heridos.
La ofensiva generó duras críticas a nivel internacional y puso en el centro del debate el impacto de la ofensiva israelí sobre la población civil y los lugares religiosos.
El hecho fue confirmado por el Patriarcado Latino de Jerusalén a través de un comunicado, donde también se informó que entre los heridos hay dos personas en grave estado. El cardenal Pierbattista Pizzaballa indicó que Gabriel Romanelli sufrió heridas leves y permanece internado.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, condenó el ataque: “Las incursiones israelíes en Gaza afectan también a la Iglesia de la Sagrada Familia. Los ataques contra la población civil que Israel viene demostrando desde hace meses son inaceptables. Ninguna acción militar puede justificar tal actitud”. Además, calificó el bombardeo como “inaceptable”.
Por su parte, el ejército israelí negó haber atacado de forma deliberada la iglesia católica. “Para ser totalmente claros: las FDI no atacan intencionalmente lugares religiosos o civiles”, expresaron en un comunicado difundido en su cuenta de X.
El respeto a todas las religiones y lugares de culto es un principio fundamental para las Fuerzas de Defensa de Israel, incluso en tiempos de intensas hostilidades.
Conocemos los informes sobre los daños en la Iglesia Católica de la Sagrada Familia en Gaza y estamos examinando…
— FDI (@FDIonline) July 17, 2025
También señalaron que están “examinando el incidente cuidadosamente” y que el respeto por “todas las religiones y lugares de culto es un principio fundamental, incluso en tiempos de intensas hostilidades”.
Israel justificó sus acciones en el contexto de un “entorno operativo extremadamente complejo” y aseguró que “continúa haciendo todo lo posible para evitar daños a personas no involucradas”.
Romanelli se había vuelto una figura visible durante el conflicto por su cercanía con el papa Francisco, quien mantenía un contacto diario con él como muestra de apoyo a los cristianos desplazados por la guerra. Según la agencia de la Conferencia Episcopal italiana (SIR), se estima que unas 500 personas de esa comunidad tuvieron que abandonar sus hogares por los ataques en la zona.