Afuera, la siesta santafesina. Adentro, en el anexo de la Legislatura, el aire estaba cargado, no de calor, sino de tensión política. En una pequeña oficina con vista a la calle 1° de Mayo, se desarrollaba, sin cámaras, pero con mucha atención, la primera sesión potente de la comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento de la Convención Constituyente. El ring estaba armado, y los cruces no tardaron en llegar.
El tema caliente era la impugnación que había presentado la convencional Amalia Granata contra Alejandra “Locomotora” Oliveras. El argumento: que la ex campeona del mundo del boxeo había cometido una “maniobra fraudulenta” con su residencia para poder ser candidata. La defensa: una carta firmada por los hijos de Oliveras pidiendo que, ante su estado crítico tras un ACV, se retire el planteo “por una cuestión de humanidad”.
Granata fue frontal
Pero ni el delicado cuadro de salud de Oliveras ni la apelación de sus hijos frenaron a Granata, que llegó con su estilo habitual: afilada y frontal. “Nunca refutó las denuncias, ni el señor que la sigue, que no me acuerdo el nombre, ni la señora que la sigue, que tampoco sé el nombre”, dijo con sorna. El “señor que la sigue” era Ariel Sclafani, su armador político. La “señora” era Karen Fruh, tercera en la lista.
Sclafani no se achicó. Le devolvió el golpe con una frase sacada del archivo más picante del fútbol argentino: “Estoy hablando yo, que no me interrumpa esta señora que no sé cómo se llama”. Un eco involuntario del famoso “no sé quién sos vos” de Guillermo Barros Schelotto en un superclásico de 2004. Granata, rápida de reflejos, contraatacó: “¡Trucho!”, lanzó, agitando aún más el clima.
En medio de ese fuego cruzado, la figura de la presidenta de la comisión, la libertaria Beatriz Brouwer, también sumaba condimentos: ex esposa de José Bonacci, uno de los artífices del cisma libertario en 2019, y rival declarada de Granata. El contexto parecía sacado de una novela política: rivalidades personales, pases de factura, heridas mal cerradas y el fantasma de una figura ausente, Oliveras, que sigue generando ruido aún desde la terapia intensiva.
Cuando llegó el momento de votar, la respuesta fue contundente. Todos los convencionales, salvo Granata, rechazaron la impugnación. Unidos, Más para Santa Fe y La Libertad Avanza se alinearon, cerrando filas detrás de “La Locomotora”. En términos políticos, el mensaje fue claro: no era momento de pelear con quien no puede defenderse.
Granata, en cambio, quedó sola. Una vez más, apostó al choque frontal como estrategia de acumulación. Pero esta vez, la escena le devolvió otra imagen: la de una figura cada vez más aislada en la Convención. En esta “soledad”, Amalia Granata salió a hablar en sus redes, más concretamente en Instagram, donde aclaró que no es un pedido en contra de “Locomotora” Oliveras, sino contra “todo un sistema corrupto lleno de privilegios que creó una lista trucha sin los avales necesarios para engañar al electorado y así obtener más votos para reformar la Constitución en busca de agrandar el Estado y los privilegios”.
En ese sentido continuó con su argumento: “Sino basta mirar quienes son los que la acompañaban en la lista. Empleados de Felipe Michling. Mano derecha de Pullaro y director de orquesta de esta reforma que busca solo garantizar el poder eterno de Pullaro y los privilegios de su séquito”, sentenció. Luego se refirió a Oliveras: “A ella la utilizaron y fue parte de un delito”, acusó gravemente.