En su cruzada por reducir estructuras del Estado y ganar velocidad en la toma de decisiones, el Gobierno de Javier Milei firmó la disolución de la Comisión Nacional de Alimentos (CONAL), un organismo histórico en la regulación alimentaria del país. Con la tinta fresca del Decreto 538/2025, la Casa Rosada reconfigura el sistema de control del Código Alimentario Argentino (CAA), y traslada todo el peso de esa responsabilidad a dos actores ya conocidos: la ANMAT y el SENASA.
La medida, publicada este martes en el Boletín Oficial y rubricada también por Guillermo Francos (Jefe de Gabinete), Luis Caputo (Economía) y Mario Iván Lugones (Salud), marca un cambio de época en el modo en que el Estado regula lo que comemos. Desde ahora, serán la ANMAT y el SENASA, con asiento en los ministerios de Salud y Economía, quienes se encarguen de actualizar, controlar y fiscalizar las normas alimentarias del país.
Los argumentos
¿El argumento oficial? Agilidad. Según el texto del decreto, la CONAL, al ser un ente colegiado, ralentizaba los procesos de actualización normativa. En cambio, los entes técnicos tienen, dicen, la capacidad y el conocimiento para tomar decisiones más rápidas y eficaces, sin necesidad de largas mesas de debate.
Pero no es solo una mudanza burocrática. El decreto también elimina artículos clave del viejo régimen, incluyendo el que obligaba a instalar cabinas sanitarias únicas en puntos de ingreso al país. Ahora, se confía en los controles digitales y en la fiscalización aduanera. También desaparecen las campañas preventivas coordinadas por la CONAL y se elimina la figura de los municipios dentro de la base nacional de datos alimentarios.
La promesa oficial es que la salud pública no se verá afectada. Al contrario: se busca una gestión más técnica, eficiente y alineada con estándares internacionales. “La disolución de la CONAL no implica un retroceso sanitario”, aclaran, “sino una optimización del sistema”.
Desde ahora, las decisiones sobre qué ingredientes, prácticas o estándares serán válidos en el país estarán en manos de ANMAT y SENASA, que podrán dictar resoluciones conjuntas para mantener actualizado el CAA. La coordinación entre estos organismos será la nueva columna vertebral del Sistema Nacional de Control de Alimentos, que deja atrás décadas de funcionamiento con lógica multipartita.
En esta nueva etapa, las provincias y la Ciudad de Buenos Aires seguirán siendo convocadas, pero ya no como actores centrales. Los municipios, en cambio, quedan fuera del tablero. Con esta movida, el Gobierno da un paso más en su plan de “achicar el Estado” y apuesta por una estructura más concentrada, en la que la eficiencia y la verticalidad operativa reemplazan al consenso entre sectores. En la era Milei, hasta las decisiones sobre los alimentos deben ajustarse al nuevo dogma de austeridad y velocidad.