Durante más de 50 años, científicos de todo el mundo estudiaron un fenómeno geofísico denominado Anomalía Magnética del Atlántico Sur (AMAS), que afecta el campo magnético terrestre en esta región. Este debilitamiento particular del escudo magnético llamó la atención por su crecimiento y evolución, lo que genera preocupación sobre sus posibles efectos en la tecnología y sistemas críticos.
Los satélites de la NASA monitorean continuamente esta anomalía, aportando información esencial para entender su origen y comportamiento. El debilitamiento del campo magnético en el Atlántico Sur expone a países como Argentina, Brasil y Uruguay a niveles elevados de radiación espacial, superiores a los que se registran en el norte y este del planeta.
En las últimas décadas, la AMAS no solo se expandió y desplazó hacia el noroeste, sino que recientemente comenzó a dividirse en dos sectores distintos, complicando la predicción de su evolución futura. Este escudo magnético funciona como una barrera invisible que protege la Tierra de la radiación cósmica y partículas solares cargadas, pero en esta zona esa protección es menor, permitiendo que más radiación penetre en la atmósfera.
Este fenómeno aumenta el riesgo de fallos en satélites y daños en equipos electrónicos, afectando sistemas de navegación y comunicaciones esenciales. La NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) advirtieron que incluso los astronautas que sobrevuelan esta área a bordo de la Estación Espacial Internacional deben tomar precauciones por la mayor exposición a la radiación.
Desde la década de 1950, se investiga el origen de esta anomalía. La hipótesis más aceptada indica que el debilitamiento se debe a cambios en el flujo de materiales fundidos en el núcleo externo de la Tierra, donde se genera el campo magnético a través del proceso llamado geodinamo. Esta dinámica causa que la intensidad del campo no sea uniforme, provocando en ciertos puntos, como el Atlántico Sur, una caída significativa.
Estudios recientes realizados por el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia y el Goddard Space Flight Center de la NASA sugieren que la AMAS está relacionada con fenómenos globales como la migración del polo magnético sur y variaciones a largo plazo en la magnetosfera terrestre.
Un hallazgo clave es que la anomalía comenzó a dividirse en dos núcleos diferenciados, detectados por satélites de la misión europea Swarm. Este proceso podría alterar la interacción de partículas energéticas con la atmósfera, generando irregularidades aún poco comprendidas.
Las consecuencias
Aunque la AMAS no representa una amenaza directa para la salud humana en la superficie, sus efectos indirectos sobre la tecnología pueden ser significativos. Fallos prolongados en satélites podrían impactar redes GPS, comunicaciones globales, pronósticos meteorológicos e incluso la estabilidad de Internet.
Estos problemas tecnológicos tendrían repercusiones globales, afectando el transporte aéreo, operaciones militares y transacciones financieras, entre otros sectores críticos.
Para seguir la evolución de esta anomalía, misiones como Ionospheric Connection Explorer (ICON) de la NASA y Swarm de la ESA recogen datos en tiempo real sobre la intensidad y forma del campo magnético. Estos monitoreos facilitan la creación de modelos predictivos que permiten anticipar los cambios futuros de la AMAS y diseñar posibles medidas preventivas.
La Anomalía Magnética del Atlántico Sur continúa siendo un misterio geofísico que requiere vigilancia constante y cooperación internacional. Los avances en la investigación buscan no solo entender sus causas profundas, sino también minimizar los riesgos tecnológicos asociados a este debilitamiento del escudo magnético terrestre.