Esta mañana se vivió un episodio de alta tensión en la Asamblea General de Naciones Unidas, cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pronunció un discurso en defensa de la ofensiva militar en la Franja de Gaza, en medio de un masivo abandono del recinto por parte de decenas de delegados.
Antes de que Netanyahu comenzara su alocución, cerca de un centenar de representantes de diversos países optaron por retirarse en señal de protesta, dejando la sala prácticamente vacía. La única excepción fue la delegación argentina, que permaneció en el lugar por orden expresa del presidente Javier Milei, quien además se había reunido con Netanyahu el día anterior para reafirmar su apoyo incondicional.
En un intento por que su mensaje llegara también a Gaza, el premier israelí ordenó la instalación de altavoces en la frontera para que sus palabras fueran escuchadas dentro de la zona afectada, devastada tras casi dos años de conflicto bélico.
Durante su encendido discurso, Netanyahu enfatizó que Israel "debe acabar el trabajo" en Gaza "lo antes posible" y denunció que los últimos remanentes de Hamás se encuentran atrincherados en la ciudad, dispuestos a repetir las atrocidades del 7 de octubre. "Los últimos elementos, los últimos remanentes de Hamás, se atrincheran en la ciudad de Gaza. Juran repetir las atrocidades del 7 de octubre una y otra vez", afirmó para justificar la ofensiva.
El primer ministro también advirtió que si los rehenes cautivos en Gaza son liberados, "vivirán", pero que de lo contrario Israel los perseguirá. Además, criticó duramente a los países que reconocen a Palestina como Estado, señalando que “recompensan a los más antisemitas del mundo”, en una alusión directa a Francia, Reino Unido, Australia y Canadá.
Ante la previsión de la protesta diplomática, decenas de israelíes y judíos, identificables por las kipas y los lazos amarillos en apoyo a los rehenes, ocuparon los balcones de la Asamblea General para contrarrestar con aplausos y vítores el rechazo de las delegaciones.