Mientras su familia advierte que es sólo un "perejil", Matías Ozorio, mano derecha del narco "Pequeño J" acusado del triple crimen de Florencio Varela, tuvo una vida marcada por deudas, estafas y un giro hacia el mundo del narcotráfico, que derivó en la alerta roja de Interpol y su reciente detención, debido a que está sindicado como uno de los autores materiales del homicidios de las jóvenes que conmueve al país.
La policía lo buscaba como uno de los prófugos clave por el triple crimen. Habría estado en la casa de Florencio Varela donde se cree que, bajo las órdenes de "Pequeño J", participó activamente en las torturas y asesinatos de Morena Verdi (20), Brenda del Castillo (20) y Lara Gutiérrez (15).
Ozorio, de 28 años, quien vivía cerca del barrio Zavaleta, en Barracas, se había obsesionado hace un tiempo con la idea de volverse millonario, comentaron personas de su entorno. "Estaba muy metido con el tema de las criptomonedas y debía mucha plata. Trabajaba en el Hospital Italiano y ganaba muy bien, pero hizo que lo echaran para poder cobrar una indemnización. Y todo lo que recibió, lo invirtió", contó recientemente una familiar a la prensa.
En ese contexto, acumuló deudas que se incrementaron y se volvieron difíciles de pagar. Previamente, había trabajado como camarero y en un lavadero de autos. Hasta que a principios de 2024 se anotó en una academia de trading llamada Revolution, con sede en la Torre de las Naciones de Tigre y liderada por el influencer Cristian Díaz.
Este último, solía exhibirse en Instagram con autos de alta gama y un estilo de vida lujoso, mientras que ni él ni su academia estaban habilitados para operar en el país. El 4 de junio, la Comisión Nacional de Valores (CNV) denunció penalmente a Díaz por presunta estafa.
En ese marco, Ozorio apostó al trading de criptomonedas, pero no le fue bien, ya que perdió una enorme cantidad de dinero y luego empezó a pedir préstamos. "Llegó a hacer narcomenudeo por lo que debía", aseguraron fuentes de su círculo íntimo.
