En la segunda jornada del Coloquio IDEA en Mar del Plata, el ministro de Transformación y Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, lanzó un mensaje directo al corazón del empresariado argentino: “El Gobierno les da la libertad para diseñar el contrato laboral que quieran, y no hacen nada, muchachos. No se entiende”. La frase, pronunciada ante un auditorio de ejecutivos, marcó el tono de una exposición que combinó arenga, reproche y defensa de la desregulación como motor del crecimiento.
Sturzenegger sostuvo que el problema ya no es la regulación estatal ni la presión fiscal, sino la inacción del sector privado frente a un nuevo marco normativo que —según su visión— habilita mayor autonomía. Cuestionó los convenios colectivos, a los que calificó como “peajes sindicales” que imponen costos a trabajadores por representaciones que no eligen, y criticó la judicialización de reformas, citando el caso de la Cámara Argentina de la Construcción.
La palabra de los gobernadores aliados
“No se puede usar el poder de coerción para obligar a la gente a hacer algo que no quiere, como una capacitación”, lanzó, en un mensaje que apuntó tanto a gremios como a sectores empresariales. Cerró con una consigna que resume su enfoque: “Si queremos un país distinto, tenemos que animarnos a dejar atrás los miedos”.
En paralelo, tres gobernadores aliados al presidente Javier Milei —Leandro Zdero (Chaco), Rogelio Frigerio (Entre Ríos) y Alfredo Cornejo (Mendoza)— participaron de un panel donde respaldaron la propuesta de reforma fiscal, aunque condicionaron su implementación a una revisión del esquema de coparticipación federal.
Cornejo fue enfático: “La Argentina tiene un sistema impositivo que desalienta el empleo, la inversión y las exportaciones. No premia la reinversión”. Advirtió que el equilibrio fiscal no alcanza sin una reforma estructural que revise la carga tributaria sobre el trabajo y la producción.
Zdero, por su parte, planteó la necesidad de avanzar en consensos políticos y propuso medidas de fondo: “Hay que garantizar que quien invierta en el país no sufra cambios en las reglas de juego por 30 años. La incertidumbre es lo peor que le puede pasar a quien apuesta por Argentina”. Los tres mandatarios coincidieron en que el camino de las reformas será complejo y requerirá diálogo, previsibilidad y garantías institucionales.