Un nene de un año y cuatro meses falleció tras caer nueve pisos por el hueco de un ascensor de un edificio ubicado sobre la avenida Avellaneda al 2400, en el barrio porteño Flores. Al momento del trágico episodio, la víctima se encontraba con su familia.
Una unidad médica de la colectividad judía, llamada Jevra Hatzalah, asistió al damnificado hasta que llegó personal del SAME, Bomberos de la Ciudad y efectivos de la Comisaría Vecinal 7-C de la Policía de la Ciudad. La víctima descendió al vacío desde un octavo piso, de una edificación de diez, hasta el subsuelo.
Los médicos, inmediatamente, realizaron maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) y luego lo trasladaron al Hospital General de Agudos Teodoro Álvarez, situado en la calle Aranguren al 2700, por ser el más cercano a la zona.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo del personal, el niño falleció a causa de severos politraumatismos y un paro cardíaco. Después de este dramático desenlace, la Justicia inició una investigación para determinar con exactitud que sucedió.
La Fiscalía Criminal y Correccional 12, que quedó a cargo del caso, solicitó la presencia de la Unidad Criminalística Móvil con el objetivo de que realice todas las inspecciones planimétricas y averiguaciones testimoniales.
De acuerdo al resultado preliminar de las pericias, el ascensor, que cuenta con puertas que se abren manualmente, funcionaba de forma correcta al momento del accidente.
Una fuente consultada por Clarín explicó que, previo a la tragedia, la víctima jugaba con su hermano de ocho años en el pasillo del piso. "En un momento, el más chiquito quedó encerrado entre la puerta exterior y la de cabina. La madre justo ve esa escena y cuando quiso reaccionar, llamaron el ascensor y ella no pudo abrir la puerta", relató.
Por su parte, la familia del niño recibe atención psicológica mediante el equipo especializado de la Ciudad con el fin de tratar el estado de shock que les dejó el traumático momento.
