Un nene ucraniano contó un duro momento que vivió tras un ataque ruso y su interprete se quebró

Su historia quedó registrada en el documental "Romchyk", realizado por estudiantes de la Universidad de Goldsmiths, en Londres.
Por: #BorderPeriodismo

La intérprete de un niño ucraniano de once años llamado Roman Oleksiv no pudo contener sus lágrimas y debió ser ayudada por un colega al escuchar el duro testimonio del menor en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, Francia.

Roman contó cómo perdió a su madre, Halyna Halina, cosa que ocurrió cuando él tenía siete años. Ambos se encontraban en el hospital de Vinnytsia y, de repente, tres misiles rusos impactaron allí. La explosión causó la muerte de 24 personas, entre ellas su madre, y terminó con, al menos, 202 heridos.

"Esta es la última vez que vi a mi mamá. También fue la última vez que pude decirle adiós", expresó el niño, con la voz entrecortada por la emoción. En ese momento, su intérprete se quebró y no pudo continuar. Una compañera tomó su lugar para seguir con la traducción.

El chico también contó que vio a su mamá bajo los escombros y pudo tocarle el pelo como forma de despedida. A continuación, precisó: "Pude arrastrarme hasta un lugar seguro, pero pasé más de cien días en coma y tuve que someterme a 35 cirugías para reparar mis heridas".

Roman sufrió quemaduras en el 45% de su cuerpo (muchas de ellas "hasta el hueso"), heridas de esquirlas y una fractura en el brazo. Al despertar del coma, tenía yeso tanto en las cuatro extremidades como en la cabeza y había perdido casi todo el pelo.

Los médicos lograron estabilizarlo en Lviv y después lo trasladaron a un centro especializado en Dresde, Alemania. Aquí se sometió a operaciones y a rehabilitación durante un año. Finalmente, pudo regresar a Lviv con su padre, Yaroslav, y, de a poco, retomar su vida normal luego del horror y en medio de la guerra con Rusia.

Su papá recordó: "No sabíamos si iba a poder caminar, mover la mano o los dedos. Pero gracias al trabajo de los médicos y al esfuerzo sobrehumano de Roman, pudimos volver a bailar y a tocar instrumentos". Su pasión por el baile aceleró su recuperación del equilibrio y la fuerza muscular. Asimismo, mejoró la destreza de sus manos tocando el acordeón.

A modo de cierre de su discurso, Roman alentó a seguir la lucha por los derechos de los niños en Ucrania. "Quiero decirles que cuando estamos juntos, somos fuertes y nunca hay que rendirse. Tenemos que seguir ayudando a los niños de Ucrania", expresó y, a continuación, el auditorio se llenó de aplausos y emoción.

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