Claudio “Chiqui” Tapia y Pablo Toviggino, son los hombres claves de la Asociación del Futbol Argentino (AFA), pero el armado monstruoso de torneos gigantes repletos de equipos del ascenso, arbitrajes polémicos y relación íntima con la financiera Sur Finanzas, sostiene un entramado que hoy se encuentra en la mira de la Justicia por maniobras ilícitas, operaciones de presunto lavado de dinero e inconsistencias patrimoniales.
El terreno de este campo de juego se extiende desde una mansión en Villa Rosa, propiedad que sería de Pablo Toviggino, tesorero de la institución, donde en los últimos días fueron hallados más de 50 vehículos de lujo, hasta provincias argentinas como el caso de Santiago del Estero, lugar elegido para jugar la última final del torneo de primera división del fútbol argentino.
Los dirigentes que conforman el núcleo duro
Hay hombres del Ascenso y dirigentes del interior que han construido poder al mando de la gestión Tapia. Por convicción o por conveniencia pero que conforman un núcleo duro que apoya la doctrina. El esquema permite influencias, privilegios y posiciones concretas de poder. El primero que es destacable mencionar podría denominarse como “el secanucas” o Luciano Nakis.
El dirigente de Deportivo Armenio posee proyección internacional e integra una comisión de FIFA que apuesta a crecer sin romper el esquema actual. Durante la Copa América en la que la selección de Messi gritó campeón, fue uno de los hombres más cercanos físicamente al presidente de la AFA.
Los vínculos de los dirigentes se extienden más allá de la gestión, aparecen figuras que tuvieron su participación junto al ya fallecido Grondona, como Javier “Pipo” Marín, quién es otro armador del ascenso y actual vicepresidente de Acassuso. Fue hombre de confianza de “Don Julio” y hoy del dirigente de la calle Viamonte. Marín es un hombre que capitaliza el poder en las categorías menores y que ha ocupado en el pasado cargos en el arbitraje.
Por otro lado se encuentra Cristian Malaspina, quien ocupa hoy el cargo de Secretario General de la AFA y la presidencia del club Argentinos Juniors, figura como uno de los dirigentes con más peso en el fútbol de primera. Pese a las internas, supo acomodarse con creces. En el caso de Maximiliano Levy, el vínculo se extiende con las "barras bravas", más concretamente con el equipo de La Boca, presidido por Juan Román Riquelme. El “presidente de las barrabravas”, como se lo conoce, ha logrado conformar su espacio en la estructura pese a los antecedentes judiciales que recaen sobre su pasado.
