Advierten sobre «la sexta extinción», como la de los dinosaurios pero por nuestra culpa

Por: Natalia Gelós @nataliagelos

El último informe Planeta Vivo, de la Organización Mundial de la Conservación (WWF),  reafirma eso que hace años anuncian los especialistas, que atravesamos la sexta extinción masiva en la Tierra. Y que ya pasamos cuatro de los nueve límites planetarios. Esta vez, la causa es una sola y camina en dos patas: el hombre. Sudamérica, una de las zonas más vulnerables.

 

La primera fue durante el período Ordovícico y el Silúrico: hace 440 millones de años, cuando desapareció el 60 % de la forma de vida marina. El Orthoceras , un molusco de unos seis metros de largo era el máximo predador y fue uno de los que se extinguió. Pero, claro, nos queda lejos. La segunda, hace 360 millones de años, durante el Devónico, consistió en la desaparición del 60 % de la vida en aguas cálidas de ese tiempo. Otra vez: lejos. La tercera, hace 250 millones de años, durante los períodos Pérmico y Triásico fue una de las más rotundas: desapareció el 95 % de las especies que habitaban entonces. Una vez más: lejos. La extinción masiva del Triásico-Jurásico afectó la vida en la tierra y en los océanos. Los dinosaurios, a partir de entonces, fueron los reyes del planeta. Hasta que les llegó su turno con la quinta extinción. De vuelta: lejos, aunque más famosa. Pasó hace 65 millones de años. La cosa se pone más inquietante cuando vemos los datos que vuelven a repetir las organizaciones especializadas en medio ambiente y protección de especies: hoy transitamos la sexta extinción y la luz roja no para de titilar.

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Entre  1970 y 2012  se redujo a la mitad la cantidad de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles. Lo dice este informe llamado Planeta Vivo difundido en Argentina por Vida Silvestre, pero antes también lo advertía la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) cuando indicaba que desde el año 1500 a la actualidad habían desaparecido más de 700 especies. La revista Science Advances advertía el año pasado que la mayoría de esas desapariciones había ocurrido en el último siglo ¿Las causas? Degradación de los recursos naturales y pérdida del hábitat. De no producirse un cambio en la relación del hombre con el planeta, los especialistas señalan que se podrían perder las dos terceras partes de las especies animales.

Foto: fibercool / Flickr creative commons
Foto: fibercool / Flickr creative commons

Lo peor es que se veía venir. El hermoso libro de Andrea Wulf, La invención de la naturaleza, que cuenta la vida del naturalista Alexander von Hulmboldt, dice que ya en sus textos de comienzos del siglo XIX el famoso aventurero ponía la mirada sobre la acción del hombre y advertía sobre las fatales consecuencias que podría tener en el equilibrio natural.

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Si sobre la mayoría de las extinciones anteriores se manejan hipótesis que involucran meteoritos, en esta la luz roja la encienden datos bien claros; ahora es la raza humana la que mueve la primera pieza de la fila de fichas del dominó. Ya cruzamos cuatro de los nueve límites planetarios: “el cambio climático, la integridad de la biosfera (incluye pérdida de biodiversidad), el uso de la tierra (conversión de bosques para agricultura) y los flujos biogeoquímicos (ej: fósforo y nitrógeno)”. Mientras Donald Trump hizo campaña negando el cambio climático y diciendo cosas como: «El tiempo cambia y tenemos tormentas, lluvia y días hermosos”, el 4 de noviembre pasado entró en vigencia el Acuerdo de Paris, que busca reducir los Gases de Efecto Invernadero (GEI) a nivel mundial con el compromiso de varios países (Argentina y Estados Unidos están entre ellos).

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) tiene una lista roja de animales que tienen distintos grados de riesgo de extinción. Algo similar tiene la Organización Mundial de la Conservación (WWF). Un ejemplo: en las últimas dos décadas se han reducido a casi la mitad la población de leones.

Foto: sophietica / Flickr, en creative commons
Foto: sophietica / Flickr, en creative commons

Los animales acuáticos son los más vulnerables y, en especial, los de gran tamaño. Ese desbalance no es gratuito y trae consecuencias, informan en un detallado artículo de la revista Science donde comparan esta extinción masiva con las anteriores e indican que Sudamérica, Australia y Nueva Zelanda tienen las zonas más vulnerables.

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En Argentina hay unas 35 especies en peligro de extinción. El yaguareté, el huemul y el venado de las pampas son algunos de ellos. “Nunca ha existido un momento más oportuno para el movimiento medioambiental y nuestra sociedad en su conjunto. De hecho, estos cambios ya están aquí y, si nos sentimos abrumados por la escala de los desafíos que afronta esta generación, debemos estar igualmente motivados por la oportunidad sin precedentes de construir un futuro armónico con el planeta”, escribió Marco Lambertini, el director de WWF. Algo de optimismo para tratar de inclinar la balanza.

El tiempo corre, pero hay posibles cambios. Lo demuestran algunos animales que se han salvado de la extinción también gracias a la ayuda del hombre. «Ahora mismo estamos decidiendo, casi sin querer, qué caminos evolutivos permanecerán abiertos y cuáles quedarán cerrados para siempre. Ninguna otra criatura había hecho esto jamás, y será, por desgracia, nuestro legado más perdurable», dice la periodista norteamericana Elizabeth Kolbert  en su libro La sexta extinción, que ganó el Pulitzer en 2015. Somos nuestro propio meteorito a punto de estrellar, pero estamos a tiempo de  pegar el volantazo.

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