En un país donde La Serenísima fue durante décadas sinónimo de leche en la mesa, la noticia sorprende: Mastellone Hnos., la empresa que sostiene esa marca histórica, cerró la primera mitad de 2025 con pérdidas por $869 millones. El contraste con el mismo período del año pasado es brutal: entonces había logrado un superávit de $77.887 millones.
El retroceso no se explica por un único factor, sino por una tormenta perfecta. La economía argentina vive un enfriamiento del consumo masivo que golpea a las marcas más ligadas a la clase media y baja. Los salarios no logran recomponerse, la competencia se intensifica y trasladar los aumentos de costos a las góndolas es casi un lujo que pocos se animan a cobrar.
Pese al rezago, la empresa mantiene el liderato
El propio balance de la compañía lo detalla con crudeza: mientras el mercado automotor, los bienes durables y los viajes al exterior muestran un repunte vigoroso, los alimentos y bebidas avanzan a paso cansino. La razón es simple, y preocupante: el peso del consumo popular es mucho mayor y su recuperación, mucho más lenta.
Pese al contexto, Mastellone sigue siendo un gigante. Lidera el ranking de procesadores de leche cruda en el país con 3.650.000 litros diarios, por encima de la canadiense Saputo (3.535.006 litros) y de Savencia Argentina (1.528.943 litros). Además, procesa parte de la materia prima que produce Danone, su rival francesa.
La historia de la empresa es casi centenaria, 95 años, y su nombre se convirtió en marca país. Domina el mercado interno y es la mayor exportadora argentina de leche en polvo, con una creciente presencia en la región. Sin embargo, desde abril, el foco se corrió de los tambos y las góndolas hacia las salas de reuniones: Arcor, en sociedad con Bagley, intenta comprar el 51% de las acciones que aún no controla.
El grupo Pagani ya posee el 49% desde hace diez años, cuando lo adquirió por US$140 millones, pero esta vez la propuesta fue rechazada sin titubeos. La cúpula de Mastellone objetó el precio por acción que ofreció Arcor y la negociación se transformó en una pulseada que amenaza con terminar en los tribunales.
Así, la lechera más emblemática del país vive un semestre agridulce: con la producción en alto, la marca intacta y la exportación firme, pero con la rentabilidad en números rojos y un conflicto empresarial que podría redefinir su futuro tanto como la propia demanda de los consumidores.