La Ciudad de Buenos Aires, corazón histórico del macrismo, se convirtió en el escenario de una intensa batalla política mientras se acerca la fecha límite para el cierre de alianzas electorales. A cuatro días del plazo, el Pro atraviesa una encrucijada que podría redefinir su identidad: ¿aliarse con La Libertad Avanza o relanzar un frente opositor sin Javier Milei?
En las oficinas de Uspallata, donde Jorge Macri intenta sostener el control político de la Ciudad, crece la ansiedad. “Esto va más lento que los mecánicos de Colapinto”, ironizan en su entorno, frustrados por la falta de avances con los libertarios. Mientras tanto, las conversaciones con otras fuerzas, la UCR, la Coalición Cívica, el GEN, socialistas y Confianza Pública, se intensifican con una consigna: construir una alternativa “republicana” que no dependa de Milei ni del kirchnerismo.
Un cambio potenciado
“Queremos un Juntos por el Cambio potenciado, con nueva musculatura política”, afirman desde el Pro. Ezequiel Sabor actúa como interlocutor con los libertarios porteños, encabezados por Pilar Ramírez, pero las tensiones no ceden. El problema no es solo el armado de listas. Es, sobre todo, la gobernabilidad. A partir de diciembre, el macrismo contará con apenas 13 legisladores en la Ciudad. Necesitará aliados para sostener la gestión.
Desde el radicalismo presionan por una definición. “Estamos listos para confluir en un armado competitivo, pero Pro tiene que decidir”, deslizan. Los nombres en danza para encabezar una lista alternativa ya circulan: Martín Lousteau, Martín Tetaz, Graciela Ocaña. Otros, como Sergio Abrevaya, Esteban Paulón y Hernán Reyes, preparan sus propias candidaturas si la negociación fracasa.
Mientras tanto, los libertarios intentan mostrarse relajados. “Todo sigue su curso”, dicen cerca de Karina Milei. Pero puertas adentro, no hay tanta certeza. Un asesor del presidente reconoció que “un acuerdo electoral en la Ciudad no les sirve ni a ellos ni a nosotros”, y advirtió: “Tendrán que elegir si gobiernan con nosotros o con Olmos”, en referencia al eventual avance del peronismo porteño.
En el macrismo, las aguas están divididas. María Eugenia Vidal, quien insiste en que no será candidata, aunque muchos la imaginan encabezando una lista, y Jorge Macri ven con recelo una alianza con Milei, sobre todo tras los reiterados desaires del oficialismo nacional. Otros dirigentes, más cercanos a Mauricio Macri, sostienen que la confluencia es posible si hay concesiones, sobre todo en las listas de diputados.
Del lado libertario, ni siquiera se discuten las candidaturas al Senado: consideran que esos lugares les pertenecen. Se mencionan como posibles postulantes a figuras del gabinete como Patricia Bullrich, Federico Sturzenegger o Sandra Pettovello. También resurge el nombre de Mauricio Macri, aunque su influencia electoral parece haber menguado en los últimos meses.
Con el reloj en marcha, todos los espacios hacen sus propios cálculos. Nadie quiere quedar aislado, pero tampoco quieren ceder más de lo necesario. Las conversaciones siguen, las tensiones crecen y la Ciudad, como en tantas otras ocasiones, vuelve a ser el epicentro de una disputa que va mucho más allá del armado electoral: se trata de definir quién liderará la oposición y qué tipo de proyecto político se construirá en los próximos años. El jueves, a la medianoche, se sabrá si la nueva derecha argentina es capaz de convivir bajo el mismo techo o si el macrismo, finalmente, decide trazar un nuevo camino, sin Milei en el horizonte.
