La Asamblea General de las Naciones Unidas se prepara para debatir una vez más la resolución que exige el fin del embargo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba desde hace más de seis décadas. Pero esta vez, la posición argentina marcará un giro histórico: el gobierno de Javier Milei votará en contra de la resolución, alineándose con Washington, según pudo saber el medio Todo Noticias.
La decisión, confirmada por fuentes diplomáticas, será ejecutada por el nuevo canciller Pablo Quirno y representa la primera señal explícita de alineamiento total con la política exterior estadounidense. Desde 1992, la Argentina había acompañado de forma ininterrumpida el rechazo al embargo, en defensa del principio de no injerencia y como parte de una estrategia diplomática que incluía el respaldo cubano al reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas.
Un cambio de postura que genera debates
El cambio de postura no es menor. El año pasado, una votación en el mismo sentido, impulsada por la entonces canciller Diana Mondino, derivó en su salida del gabinete, tras una marcada crisis interna, generada despúes de la decisión. En 2024, la representación argentina ante la ONU volvió a la posición tradicional, lo que desató la furia del presidente Milei. Ahora, con Quirno al frente del Palacio San Martín y con Donald Trump nuevamente en la Casa Blanca, la Casa Rosada busca consolidar una política exterior sin matices: acompañar cada decisión de Washington.
La contradicción es evidente. El embargo va en contra de los principios de libre comercio que el propio gobierno argentino defiende, pero la prioridad parece ser otra: garantizar el respaldo político y financiero de Estados Unidos. En ese marco, el alineamiento con la administración Trump se ha profundizado, tanto en lo discursivo como en lo estratégico.
La respuesta de Cuba y la contradicción argentina
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, denunció recientemente el carácter “agresivo e intimidatorio” de la política exterior estadounidense, incluso hacia sus propios aliados. En paralelo, el secretario de Estado Marco Rubio ha intensificado su presión sobre Cuba, Venezuela y Nicaragua, excluyéndolos de la próxima Cumbre de las Américas y reforzando la presencia militar en el Caribe.
En este nuevo tablero regional, la Argentina se posiciona como socio preferencial de Washington. El respaldo público de Trump, sumado al reciente paquete de ayuda financiera del Tesoro estadounidense, refuerza esa sintonía. Y la votación en la ONU será una nueva muestra de ese vínculo: por primera vez en más de 30 años, la Argentina no acompañará el reclamo global contra el embargo a Cuba.



