El aislamiento del Cónclave: qué pueden llevar los cardenales a la Capilla Sixtina

Los cardenales deberán decidir el futuro del papado entre la presión por el legado que dejó Francisco y los desafíos del futuro.
Por: #BorderPeriodismo

La Capilla Sixtina se transforma a partir de este miércoles en un auténtico búnker, donde la tecnología está prohibida. Un total de 133 cardenales se reúnen en este emblemático lugar para seleccionar al nuevo papa, pero no podrán mantener contacto con el mundo exterior.

Esto incluye la prohibición de teléfonos celulares, computadoras y tablets. Durante el cónclave, los purpurados tampoco tienen acceso a televisión, radio o cualquier tipo de interacción con personas ajenas a la asamblea, incluso durante las pausas para almorzar o cenar, o al retirarse a la residencia de Santa Marta.

Sin embargo, los cardenales cuentan con lo que el medio vaticano Vatican News ha denominado un “kit de supervivencia”, compuesto por elementos personales que pueden llevar consigo. Este kit incluye artículos como un rosario, un breviario y otros textos de carácter religioso.

Además, los cardenales pueden llevar objetos esenciales como anteojos, bastones o audífonos, así como medicinas, considerando que muchos de ellos se encuentran en un rango de edad avanzada, cerca de los 80 años.

En cuanto al acceso a la sala de cónclave, durante las sesiones nadie puede ingresar, a excepción de situaciones excepcionales donde se permite la entrada de médicos, personal administrativo o de limpieza.

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Quién puede ser el sucesor del papa Francisco

Con el reciente fallecimiento del papa, la mirada de la Iglesia se posa en el futuro, con la inevitable pregunta sobre quién sucederá a Francisco. La especulación se intensifica, dibujando un complejo panorama de cardenales papables cuyas trayectorias y visiones podrían moldear el próximo capítulo del papado.

El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado del Vaticano, emerge como una figura central y uno de los favoritos. Su dilata experiencia diplomática y su papel en la administración de la Santa Sede le otorgan un perfil de estadista, capaz de navegar las complejidades del mundo contemporáneo.

Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, representa una corriente pastoral centrada en la justicia social. Su cercanía a la Comunidad de Sant’Egidio y su mediación en conflictos internacionales le han ganado reconocimiento.

El actual Patriarca de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, añade una perspectiva crucial desde el corazón del conflicto en Tierra Santa. Su conocimiento de la región y su capacidad para dialogar con diferentes religiones lo convierten en una voz relevante en un mundo marcado por la división.

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Saliendo de Italia, la dimensión global de la Iglesia se refleja en la presencia del cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo emérito de Manila y actual Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Su carisma y su capacidad para dialogar con diversas culturas lo convierten en un puente entre la tradición y la modernidad, representando a creciente influencia del catolicismo asiático.

Peter Erdő, arzobispo de Budapest, aporta una sólida formación teológica y experiencia en el diálogo ecuménico. Su liderazgo en eventos internacionales y su capacidad para construir puentes entre diferentes confesiones lo sitúan como un candidato con un perfil intelectual y diplomático.

El cardenal Peter Turkson, de Ghana, quien lideró el Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, se destaca como un defensor de la justicia social y el desarrollo sostenible. Su voz resuena en temas de ecología, pobreza y derechos humanos, presentando una opción para quienes buscan un pontificado enfocado en la doctrina social de la Iglesia. Su posible elección representaría un hito histórico, al ser el primer Papa africano en más de mil años.

En el ala conservadora, el cardenal Raymond Leo Burke, de Estados Unidos, se erige como un crítico de las reformas de Francisco. Su postura tradicionalista y su énfasis en la doctrina podrían atraer a quienes buscan un retorno a una Iglesia más rígida.

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En Canadá, el cardenal Marc Ouellet, ex prefecto del Dicasterio para los Obispos, representa una conexión con el papado de Benedicto XVI. Su experiencia en la selección de obispos y su conocimiento de la estructura eclesial son activos valiosos.

Robert Sarah, de Guinea, ex-prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, comparte con Burke una visión conservadora. Su defensa de la liturgia tradicional y su crítica a las reformas de Francisco lo sitúan como un posible líder para quienes anhelan una Iglesia centrada en la doctrina y la disciplina. Al igual que Ouellet y Turkson, su edad podría ser un factor determinante.

España, con seis cardenales electores, también juega un papel relevante en la sucesión papal. Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y expresidente de la Conferencia Episcopal Española, destaca por su cercanía al papa Francisco y su respaldo a las reformas. Su enfoque pastoral progresista lo convierte en un candidato con potencial.

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