El Gobierno nacional anunció la derogación de 973 normas del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) con el fin de reducir la intervención estatal en la cadena productiva del vino y agilizar los trámites administrativos. Esta medida fue oficializada mediante la Resolución 37/2025, publicada este viernes en el Boletín Oficial.
Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, explicó que el objetivo principal es abandonar el modelo en el que "el Estado pretendía controlar cada paso del proceso productivo" para enfocarse únicamente en asegurar la "aptitud para consumo del vino". Según indicó, esta flexibilización busca otorgar mayor autonomía a los productores.
Con esta nueva normativa, el INV dejará de intervenir en etapas como la cosecha, elaboración y transporte del vino, concentrando sus controles exclusivamente en los productos embotellados. Esto implica que el organismo fiscalizará la calidad y autenticidad de los vinos ya listos para el consumo, mientras que las certificaciones de trazabilidad, como origen o varietal, pasarán a ser opcionales y estarán a cargo de los productores o entidades privadas.
El alcance de esta modificación abarca todas las fases de la cadena vitivinícola, desde los viñedos, bodegas y fábricas de mosto, hasta las plantas de espumosos, fraccionamiento y exportadores. De esta forma, se busca simplificar las regulaciones y eliminar procesos burocráticos considerados excesivos.
El ministro Sturzenegger resaltó que en 2024 el INV emitió 140.000 permisos de tránsito y efectuó más de 5.000 inspecciones, lo que evidenciaba "un nivel de control exagerado". Añadió que "al eliminar las fiscalizaciones intermedias, los inspectores sólo tomarán muestras de los productos embotellados y los enviarán a analizar, cerrando la puerta a la discrecionalidad y la corrupción".
Además, el funcionario destacó que esta medida permitirá a las bodegas adaptarse mejor a un mercado global que atraviesa cambios, con una disminución en el consumo de vino tradicional y la aparición de nuevas tendencias, como el vino sin alcohol. Sturzenegger concluyó: "¿Por qué tratar a las bodegas como delincuentes? Ya bastantes dificultades tiene el negocio para que el Estado las complique más".



