Mientras en el Congreso se debatía a los gritos la coparticipación de fondos clave y la actualización de haberes jubilatorios, afuera, o más bien adentro de las pantallas, se libraba otra batalla. Una más ruidosa, más frenética y, acaso, más peligrosa. Allí, entre memes, consignas y amenazas escritas con ironía, se gestaba lo que la senadora Juliana Di Tullio no dudó en llamar por su nombre: apología del delito.
Eran pasadas las 21:15 del jueves cuando la legisladora de Unidad Ciudadana interrumpió la sesión del Senado para exponer lo que calificó como “una campaña organizada de violencia política desde las redes”. Y no se trataba de insultos aislados o expresiones satíricas: las capturas que llevó impresas mostraban pedidos explícitos para bombardear el Congreso, poner F-16 a sobrevolar el palacio legislativo, organizar milicias y dinamitar con diputados adentro.
Los “tuiteros”
Los autores: un grupo de tuiteros libertarios que no ocultan sus vínculos con el entorno de Javier Milei, muchos de ellos con roles oficiales o afinidad pública con el asesor digital Santiago Caputo. Entre ellos, @ElGordoDan (Daniel Parisini), @FranFijap, @ElTrumpista y @ElGordoEdición, quienes en las últimas horas elevaron el tono al nivel de fantasía militar distópica, pero sin disimular la intención simbólica: señalar al Congreso como enemigo del pueblo.
“Esto no es libertad de expresión, esto es incitación a la violencia institucional”, sostuvo Di Tullio mientras mostraba los tuits desde su banca. “Y lo hacen con recursos del Estado, con el dinero que les sacan a los jubilados, a las personas con discapacidad y a las provincias”. A su denuncia pública le siguió un anuncio concreto: presentará una denuncia penal contra los autores de las publicaciones y convocó a otros bloques a sumarse.
El oficialismo, en lugar de calmar las aguas, echó más combustible. Juan Pablo Carreira, director nacional de Comunicación Digital, respondió desde su cuenta personal con un ataque directo a la senadora: “No sería descabellado que a Di Tullio se la lleven con camisa de fuerza a un manicomio”. Otros usuarios libertarios se sumaron en tono burlón, como si se tratara de un sketch sin consecuencias, ignorando que el clima democrático actual no está para juegos de rol.
Cuando los tanques se escriben en Twitter
Lo inquietante de esta situación no es solo la literalidad de los mensajes, aunque de por sí sea grave, sino el marco en el que se producen: un gobierno que tensiona los límites institucionales, descalifica sistemáticamente al Congreso, alienta la polarización y se apoya, en buena parte, en la militancia digital como forma de sostén y propaganda.
La línea entre militancia, humor negro y apología de un golpe es más delgada de lo que parece. Cuando un usuario pide “dinamitar el Congreso con los legisladores adentro” o simula con inteligencia artificial el bombardeo de la Casa de las Leyes, no está haciendo una crítica, está reeditando fantasmas históricos en un país que ya los vivió. Y cuando esos mensajes son amplificados o tolerados desde las estructuras del poder, la gravedad institucional escala.
Tras la exposición de Di Tullio, otros referentes de la oposición salieron a respaldarla. “Se llama democracia, Fran”, le escribió Mayra Mendoza al periodista militante @FranFijap. “Golpista es el otro”, lanzó Myriam Bregman. La denuncia penal avanza, y el foco judicial se encenderá en los próximos días. Mientras tanto, los autores de los tuits continúan activos, ahora celebrando las reacciones que provocaron.