El emblemático penthouse situado en el piso 14 del Edificio Kavanagh, en la calle Florida al 1065, ha sido puesto nuevamente a la venta. Esta propiedad, reconocida no solo por su privilegiada ubicación frente a Plaza San Martín sino también por su valor histórico y arquitectónico, forma parte del Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad declarado por la Unesco en 2017.
Con una superficie cubierta de 475 metros cuadrados y casi 300 metros cuadrados adicionales en terrazas, este penthouse cuenta con una vista panorámica de 360 grados que abarca la ciudad, el Río de la Plata y el barrio de Retiro. La unidad dispone de cinco dormitorios en suite, dos de ellos con acceso directo a terrazas privadas, un amplio salón que integra living y comedor, cocina con comedor diario, lavadero, dependencia de servicio con baño y tres terrazas principales.
El diseño funcional incluye doble circulación, ascensor privado y acceso directo desde el ascensor principal del edificio, lo que realza su exclusividad. Actualmente, el precio de publicación es de US$2.600.000, con expensas mensuales aproximadas a $2.100.000.
Aunque la propiedad fue remodelada durante la década del 2000, conserva elementos originales valiosos como los baños con mármol, griferías, herrajes, terrazas con vegetación y columnas jónicas ubicadas en la proa, un detalle especial solicitado por Corina Kavanagh, empresaria de origen irlandés que encargó la construcción del edificio entre 1934 y 1936.
El Edificio Kavanagh fue concebido como una obra de vanguardia para su época, destinada a viviendas de familias acomodadas que requerían servicios integrados y tecnologías avanzadas. Fue el primero en América Latina construido íntegramente en hormigón armado y uno de los pioneros a nivel mundial en contar con aire acondicionado central y ascensores de alta velocidad.
El proyecto fue desarrollado por los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María de la Torre, junto al ingeniero civil Rodolfo Cervini. En 1999, la construcción fue declarada Monumento Histórico Nacional, reconocimiento que refuerza su relevancia en la historia arquitectónica argentina.
En el plano anecdótico, la historia popular atribuye a Corina Kavanagh la intención simbólica de construir el edificio para obstruir la vista de la Basílica del Santísimo Sacramento desde el palacio Anchorena, motivada por una supuesta relación prohibida con un miembro de la familia Anchorena. Sin embargo, no existen evidencias que confirmen esta versión, y destaca que Corina nunca habitó la unidad que reservó para sí misma.