La consigna del Gobierno de Javier Milei, “el que las hace, las paga, se enfrenta a una prueba incómoda. El presidente del Banco Nación (BNA), Daniel Tillard, quedó envuelto en una fuerte polémica tras ser señalado por el diputado peronista Carlos Cisneros por un presunto conflicto de intereses que involucra a su hijo Ignacio en una operación financiera con resultado ruinoso para la entidad estatal.
Según el legislador tucumano, el titular del mayor banco público del país autorizó en 2024 una millonaria compra de bonos de la firma Aconcagua Energía, vinculada a una colocación intermediada por al menos nueve entidades, entre ellas Max Capital, cuyo socio es Ignacio Tillard. “Como mínimo, hubo un conflicto de interés enorme. Ignacio le hace comprar al banco una obligación negociable y, claramente, no fue gratis: se llevó su buena comisión”, disparó Cisneros. Y agregó: “Fue un pésimo negocio para el banco”.
Negocios, vínculos familiares y tensiones internas
La operación, ahora bajo escrutinio, generó malestar puertas adentro del BNA. Según trascendidos, una línea gerencial habría intentado frenar la maniobra sin éxito. El propio Cisneros deslizó que la filtración del caso provino de ese mismo sector. La controversia escaló, además, en medio del renovado impulso oficialista para privatizar el Banco Nación, propuesta que quedó fuera de la Ley Bases, y echó luz sobre la figura de Tillard, hombre que aterrizó en la entidad por un pacto político sellado entre Javier Milei y el exgobernador cordobés Juan Schiaretti tras el balotaje presidencial de 2023.
Tillard había dirigido durante años el Banco de Córdoba, y su desembarco en el Nación fue interpretado como parte del "pago simbólico" del entendimiento con el peronismo cordobés. Desde entonces, despacha en el histórico edificio de la calle Rivadavia con el respaldo político de Karina Milei, pero también con la asesoría informal de Ricardo “Chauchi” Sosa, operador de confianza de Schiaretti, cuyo hijo forma parte del entorno más cercano del presidente del banco.
“El relato oficial que busca justificar la conversión del Nación en sociedad anónima, diciendo que es obsoleto o deficitario, es falso. El banco es altamente rentable”, insistió Cisneros, quien representa a La Bancaria en el Congreso. A su juicio, las inconsistencias discursivas del Gobierno quedan expuestas cuando se compara la exigencia ética proclamada para terceros con la tolerancia hacia casos de posibles incompatibilidades internas.
“Si Tillard se volvió un paladín de la moral bancaria, el Gobierno no puede mirar para otro lado cuando surgen sospechas tan serias. No pedimos su salida, pero sí coherencia”, planteó.
El tema ya genera ruido en el seno del oficialismo. En el directorio del banco también reviste Darío Wasserman, un vicepresidente con terminal directa en la Casa Rosada y trato fluido con Karina Milei. Algunas áreas del Ejecutivo desconfían del costo “reputacional” que podría acarrear una eventual investigación más profunda, sobre todo en momentos en que el Gobierno busca avanzar con la reconfiguración del sistema financiero público sin fisuras internas.
En paralelo, la oposición toma nota. Referentes como Gabriela Cerruti o Leandro Santoro ya mencionaron el caso en redes. Y en el Congreso, sectores que votaron en contra de la privatización del Nación analizan si esta operación puede ser utilizada para frenar nuevas iniciativas en ese sentido.
