La secretaria de Agricultura de Estados Unidos, Brooke Rollins, relativizó este martes el anuncio del presidente Donald Trump sobre una posible ampliación de las importaciones de carne argentina. Aunque el mandatario había planteado que la medida podría ayudar a contener los precios internos, la funcionaria aclaró que el volumen involucrado “no será mucho” y advirtió sobre “desafíos sanitarios” que aún preocupan a su cartera.
“Argentina enfrenta un problema de fiebre aftosa y en el Departamento de Agricultura tenemos que garantizar que nuestra industria ganadera esté segura”, señaló Rollins en una entrevista con CNBC. La funcionaria intentó llevar calma a los ganaderos norteamericanos, que reaccionaron con dureza ante la posibilidad de una mayor apertura comercial.
Un mercado complejo y matizado
Rollins explicó que Estados Unidos consume cerca de 12 millones de toneladas de carne bovina al año, de las cuales solo 2 millones son importadas. En ese marco, relativizó el impacto que podría tener la carne argentina: “El Presidente ha dicho que está en conversaciones con Argentina. Creo que escucharemos más sobre eso en los próximos días, pero como parte de 12 millones de toneladas, no será mucho”.
Actualmente, la Argentina cuenta con un cupo anual de 20.000 toneladas de carne deshuesada, fresca, enfriada o congelada con aranceles reducidos. Trump había afirmado el domingo que su gobierno “compraría algo de carne de Argentina” para aliviar la oferta interna y estabilizar los precios, en medio de una suba sostenida por la sequía y la caída de importaciones desde México.
Pese a las declaraciones de Rollins, Argentina mantiene el estatus de país libre de fiebre aftosa —con o sin vacunación, según la región— desde hace más de dos décadas. El último foco registrado data de principios de los 2000, y desde entonces el país ha reforzado sus controles sanitarios y protocolos de exportación.
“La fiebre aftosa también es un desafío, así que estamos en ello. Estamos en primera línea. Vamos a asegurarnos de que nuestra industria ganadera esté protegida, pero este es un mercado muy matizado y muy complejo”, insistió la secretaria.
El anuncio de Trump se inscribe en su estrategia para contener la inflación y responder a las presiones del sector ganadero, afectado por la sequía y la caída de oferta regional. Sin embargo, la respuesta de Rollins muestra que cualquier ampliación del comercio bilateral estará condicionada por criterios sanitarios, técnicos y políticos.
La expectativa ahora está puesta en los próximos días, cuando podrían conocerse detalles del acuerdo bilateral que se negocia entre ambos países. Mientras tanto, el sector cárnico argentino sigue atento a una oportunidad que, aunque limitada en volumen, podría abrir una nueva etapa en el vínculo comercial con Estados Unidos.