Fentanilo mortal: los vínculos entre el dueño del laboratorio y Lázaro Báez

Cada día aparecen más puntos en común entre el dueño del laboratorio HLB Pharma y el kirchnerismo.
Por: #BorderPeriodismo

La investigación sobre las muertes por fentanilo contaminado sigue arrojando resultados cada vez más sorprendentes y deja a la luz los estrechos y escandalosos vínculos entre el propietario del laboratorio HLB Pharma, Ariel García Furfaro y el kirchnerismo.

Tras el pedido de recusación del juez Ernesto Kreplak, quien está llevando adelante la investigación y es, además, hermano del ministro de Salud bonaerense Nicolás Kreplak, se dieron a conocer las conexiones que mantenía el mencionado empresario con Lázaro Báez, dueño de Austral Construcciones.

Más vínculos entre García Furfaro y Lázaro Báez de los que se creía

Según informó el canal de noticias TN se había confirmado que el dueño del laboratorio y el empresario santacruceño mantenían una misma dirección, en la calle Yerbal 1021 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí, la mano derecha del expresidente Néstor Kirchner y García Furfaro tenía sus compañías, en el caso de Báez, Top Air. Allí vive la madre del propietario de HLB Pharma, Nilda Furfaro.

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Sin embargo, en las últimas horas salió a la luz un segundo domicilio que es compartido entre ambos. Se trata de una casa en Saráchaga 5696, también en CABA. Báez sumó ese lugar como residencia alternativa de su empresa Top Air SA. Lo llamativo es que allí también funciona la sede social de HLB Pharma, el laboratorio que está en el ojo de la tormenta por entregar partidas de fentanilo contaminado y que produjo, hasta ahora, la muerte de 97 personas.

En el caso de esta segunda dirección, allí funciona un local de dos pisos con persianas metálicas donde antiguamente supo funcionar un local gastronómico que también perteneció a García Furfaro que tenía un curioso nombre: "El pollo sin espinas".

Cómo surgió la relación entre ambos

Las extrañas coincidencias hicieron a más de uno preguntarse cómo y de donde se conocen Báez y García Furfaro. Todos los caminos conducen al contador que tienen en común: Diego Castrillón, quien habría sido el encargado de ofrecer al empresario santacruceño radicar su empresa de aviones en el domicilio de Saráchaga 5696 con el objetivo de eludir embargos judiciales y poner a salvo la flota de aviones que usaba para ir y volver volando de Santa Cruz a Buenos Aires con bolsos repletos de dólares y euros obtenidos a través de millonarios contratos de obra pública que, jamás se realizó.

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