El abogado y exdiputado José Antonio Kast se convirtió en diciembre de 2025 en el primer presidente pinochetista en llegar al poder en Chile desde el retorno a la democracia. Con 59 años, Kast ganó las elecciones presidenciales con un amplio margen frente a la candidata de izquierda Jeannette Jara, y asumirá el 11 de marzo con un programa que incluye megarecortes neoliberales y una política de mano dura contra la delincuencia y la migración irregular.
Desde sus inicios políticos, Kast mostró una fuerte identificación con la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990). A sus 22 años, cuando estudiaba Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile, participó activamente en la campaña televisiva a favor de la continuidad del régimen en el plebiscito de 1988. Sobre ese pasado, Kast afirmó en 2017: “Si estuviera vivo, votaría por mí”.
El líder del Partido Republicano, fundado en 2019 tras abandonar la Unión Demócrata Independiente (UDI), se presenta como un ferviente católico y padre de nueve hijos. Durante su carrera también presidió Political Network for Values (PNfV), una red que promueve la defensa de la vida y la familia en Iberoamérica. Sin embargo, en esta última campaña evitó exhibir abiertamente sus posturas ultraconservadoras para no alejar a votantes jóvenes y mujeres.
Octavio Avendaño, académico de la Universidad de Chile, señaló que “Kast es una figura vinculada directamente al pinochetismo. Es heredero de su tradición. Además, es hermano de uno de los principales ministros de Pinochet y presidente del Banco Central, Miguel Kast, que sigue siendo una especie de gurú para la derecha más neoliberal”.
En materia de seguridad, Kast prometió un “Gobierno de emergencia” para enfrentar lo que considera la mayor crisis de delincuencia en Chile. Sus propuestas incluyen expulsiones masivas de migrantes irregulares, un mayor despliegue policial, la construcción de vallas y zanjas en la frontera norte, y la tipificación de la migración irregular como delito. Actualmente, cerca de 340.000 migrantes irregulares residen en Chile, y el presidente electo les otorgó un plazo de 98 días para abandonar voluntariamente el país.
No obstante, expertos han cuestionado la viabilidad de su plan económico, que contempla un recorte fiscal de 6.000 millones de dólares en 18 meses sin afectar el gasto social. Kast tampoco ha aclarado si liberará a exmilitares condenados por crímenes de lesa humanidad, un tema polémico en la sociedad chilena.
Hijo de migrantes alemanes, con un padre afiliado al partido nazi, Kast no es un outsider político. Fue diputado durante 16 años por la UDI, partido ligado a la dictadura, y desde 2019 lidera el Partido Republicano. En 2021 perdió en segunda vuelta frente a Gabriel Boric, y en 2023 encabezó el segundo proceso constitucional fallido en Chile.
Carlos Malamud, del Real Instituto Elcano, señaló que durante el proceso constitucional Kast “fue incapaz de tomar una solución de Estado, asumirse como estadista y permitir que saliera una constitución de consenso general”. Por su parte, Cristóbal Rovira, de la Universidad Católica, afirmó que Kast “creó su propio partido argumentando que él seguía siendo el mismo, que no había cambiado y que los que han ido moderándose son los partidos de la derecha tradicional”.
Admirador de líderes como Nayib Bukele y Giorgia Meloni, Kast se distingue de otros dirigentes ultraderechistas de la región por su estilo menos disruptivo, aunque en sus actos políticos se observan símbolos del trumpismo estadounidense. Además, mantiene vínculos con VOX en España y ha logrado absorber a la derecha tradicional chilena, convirtiéndose en el referente principal del sector conservador.
El gran interrogante ahora es cómo será el gobierno que formará a partir de marzo y si optará por mantener una línea radical o buscará consensos con la derecha tradicional de la coalición Chile Vamos, en un Parlamento sin mayorías claras.



