La violencia en Río de Janeiro alcanzó un nivel sin precedentes tras un operativo masivo contra el Comando Vermelho, la principal organización criminal que controla varias favelas. En la madrugada del miércoles, la favela de la Penha amaneció sumida en un clima de horror luego de un enfrentamiento que podría haber dejado más de 128 muertos.
El operativo, realizado el martes, fue el más grande y sangriento en la historia reciente de la ciudad, movilizando a 2500 agentes policiales en una ofensiva directa contra las bandas narco en la Penha y el Alemão. La respuesta de los narcotraficantes incluyó tiroteos intensos, barricadas y hasta el uso de bombas arrojadas desde drones, lo que generó una batalla urbana especialmente violenta.
Si bien el saldo oficial inicialmente reportó 60 presuntos delincuentes y cuatro policías fallecidos, la realidad parece ser mucho más cruda. Vecinos de la Penha descendieron al menos 64 cuerpos desde la Serra da Misericórdia, epicentro de los enfrentamientos, hacia la calle José Rucas, en un intento desesperado por reconocer a sus familiares ante la falta de información oficial.
El coronel Marcelo de Menezes Nogueira, secretario de la Policía Militar, aclaró que estos cuerpos no están incluidos en el conteo oficial, lo que podría hacer que la cifra total de víctimas fatales supere ampliamente los 128.
Raull Santiago, activista que participó en el traslado de los cuerpos, relató la magnitud de la tragedia: “En 36 años de favela, pasando por varias operaciones y masacres, nunca vi nada parecido. Es algo nuevo. Brutal y violento en un nivel desconocido”.
La madrugada se vio marcada por escenas desgarradoras, como el traslado de seis cuerpos en una Kombi al Hospital Estadual Getúlio Vargas, que llegó y se retiró rápidamente, dejando atónitos a trabajadores de la salud y a vecinos. En las calles, mujeres velaban a sus seres queridos y los cuerpos se acumularon en la plaza, mientras la ciudad intentaba asimilar la dimensión de la masacre.
Las autoridades anunciaron que realizarán pericias para confirmar la relación de los cuerpos con el operativo, pero la comunidad exige respuestas y justicia ante esta tragedia que ha marcado un antes y un después en la violencia de Río de Janeiro.



