En lo que debía ser una jornada rutinaria de pruebas para el futuro de la Fórmula 1, el argentino Franco Colapinto vivió un susto mayúsculo al protagonizar un accidente en plena curva 11 del circuito de Hungaroring, en Hungría. Luego de un fin semana envuelto de polémica, sospechas de sabotaje y un resultado adverso. Las sospechas llegan luego de dos paradas en los boxes, de 11 y 9 segundos, lo que hizo perder al argentino casi 18 segundos en la carrera. Pero otro contratiempo llegó en estos días. El impacto de la última prueba fue lo suficientemente severo como para dejar su monoplaza destruido, según se pudo observar en las imágenes que rápidamente comenzaron a circular en redes sociales y medios especializados.
El joven piloto de 22 años, oriundo de Pilar, estaba al mando de un Alpine A523, uno de los modelos utilizados bajo la modalidad TPC (Test of Previous Car) durante los ensayos organizados por Pirelli con vistas a la temporada 2026. Pese a la espectacularidad del accidente, Colapinto salió por sus propios medios del vehículo y fue trasladado al centro médico del circuito, donde los profesionales confirmaron que se encontraba en buen estado de salud. La escudería Alpine ratificó la información a través de un breve pero contundente comunicado en redes: “Franco fue evaluado y se encuentra bien”.
“Mónaco sin muros”
El test formaba parte de la segunda jornada de pruebas en el trazado húngaro, apodado por muchos como el “Mónaco sin muros” por su diseño técnico y desafiante, con sus 4.381 metros de extensión y 14 curvas que dejan poco margen para el error. De hecho, no es la primera vez que un piloto sufre sobresaltos en este circuito estrecho y sinuoso.
Colapinto debía alternarse el volante con Pierre Gasly, titular del equipo Alpine, en una agenda dividida entre mañana y tarde. La escudería utilizaba dos vehículos distintos: el actual A525 y el A523, monoplaza con el que Franco ya había rodado en escenarios como Barcelona, Monza, Qatar y Zandvoort, antes de convertirse en una de las grandes apuestas del equipo francés.
Los ensayos, fundamentales para el desarrollo de los nuevos neumáticos de 18 pulgadas que se utilizarán a partir de 2026, también incluyeron a otras escuderías como Ferrari, McLaren y Racing Bulls. Entre los pilotos presentes estuvieron Charles Leclerc, Lando Norris y Liam Lawson, quienes completaron largas sesiones de pruebas con vehículos adaptados a las nuevas especificaciones: neumáticos con bandas de rodadura más angostas, especialmente en ambos ejes (25 mm menos en el delantero, 30 mm en el trasero).
Durante el primer día, los equipos trabajaron en tandas cortas y simulaciones de carrera para evaluar el comportamiento de los compuestos, mientras que el segundo día estuvo marcado por el accidente de Colapinto, que obligó a Alpine a reorganizar su cronograma.
A pesar del golpe, Franco no tenía intenciones de interrumpir su agenda. Tras los test, tenía previsto trasladarse a Enstone, la sede del equipo, para continuar con los trabajos en simulador. Su objetivo es prepararse para las próximas fechas del calendario, que se reanuda tras el parate veraniego europeo. En la mira están Zandvoort (29 al 31 de agosto) y Monza (5 al 7 de septiembre), dos trazados donde Colapinto buscará consolidar su progreso dentro del ecosistema Alpine.
Fiel a su estilo tenaz, el argentino había anticipado que no se tomaría vacaciones inmediatas tras el GP de Hungría, salvo algún pequeño descanso posterior. “En caso de tomarse un descanso, será en las otras dos semanas”, había señalado antes del receso.
A la espera de una eventual reparación del A525 dañado y con la tranquilidad de saber que el piloto está fuera de peligro, Alpine continúa con su participación en unas pruebas clave para el futuro técnico de la categoría. Pero sin dudas, el miércoles en Hungaroring quedará marcado como un día de sobresaltos, y también como otro capítulo en el ascendente camino de Franco Colapinto hacia la elite del automovilismo mundial.
