Un hombre de 54 años, encargado de una pensión de jóvenes futbolistas en la localidad de González Catán, en el partido bonaerense de La Matanza, fue detenido por la Policía Federal. Está acusado de haber acosado sexualmente de manera virtual a un adolescente de 15 años, delito tipificado como grooming.
El imputado, además, ejercía una serie de duros castigos sobre los chicos que vivían en la residencia, según indicaron fuentes del caso a Infobae. Por eso, averiguan si hay otras posibles víctimas de abuso.
También informaron que, por ahora, se negó a declarar y que su detención se produjo en una pensión para chicos futbolistas de entre 14 y 17 años, provenientes de las provincias de Tucumán, Formosa, Santa Cruz y Río Negro.
La investigación está en manos de la Ayudantía Fiscal de Delitos Conexos a la Trata de Personas, Ciberpedofilia y Grooming del Departamento Judicial de la Matanza, a cargo del fiscal Luis Brogna, junto a las ayudantes fiscales Lorena Pecorelli y Daniela Sánchez.
En ese sentido, las fuentes señalaron que los adolescentes alojados en la pensión se encuentran fichados y se entrenan en clubes reconocidos, como Deportivo Laferrere, Ferro Carril Oeste, Club Atlético Ituzaingó y Huracán.
Es por eso que las autoridades están llevando adelante entrevistas a cada uno de los menores, con el objetivo de garantizar su protección, recabar información relevante para la causa y descartar otros posibles casos de abuso sexual.
Durante el allanamiento del lugar, la Policía secuestró dispositivos electrónicos y documentación que será analizada por equipos especializados en delitos sexuales e informáticos, como parte de la investigación que permanece en curso.
Los castigos a los jóvenes
Las fuentes de la investigación revelaron una serie de reglas extorsivas que aparentemente ejercía el acusado sobre los menores que vivían en la residencias. Según dijeron, el imputado implementaba un rígido sistema de “multas” económicas.
Por ejemplo, les cobraba dinero en efectivo a los adolescentes si no llegaban puntuales a las comidas, si no cumplían tareas de limpieza después de los entrenamientos e, incluso, por solicitar frazadas para mitigar el frío.
Asimismo, si los jóvenes dormían juntos por bajas temperaturas, se penalizaba con el cobro de una nueva multa y el uso de agua caliente fuera del horario fijado (de 16 a 20) también se cobraba aparte. Si no pagaban, debían bañarse con agua fría.
Las familias, de condición trabajadora y con recursos económicos limitados, debían abonar, además de la cuota mensual por el alojamiento para asegurar el sueño profesional de sus hijos, estos pagos adicionales que muchas veces resultaban difíciles de afrontar.