Adiós a la muñeca estilizada, de cintura avispa y piernas larguísimas. La nueva Barbie es caderona, bajita y deja atrás el estereotipo de mujer flaca con cuerpo de pasarela. Se trata de la mayor movida de marketing que hizo Mattel en los últimos 60 años. ¿Es una forma de terminar con las exigencias y la presión sobre la imagen en las niñas? ¿O es un manotazo de ahogado en una época donde la tecnología reemplaza los juguetes analógicos?
Por Leila Sucari @LeilaSucari
Mujeres “perfectas”. Sin rollitos, sin arrugas, sin caderas. Sin deseo, sin aspiraciones personales y sin libertad. Mujeres obsesionadas con sus cuerpos, con la moda y con encontrar un hombre musculoso y fuerte que las proteja. Eso es lo que vendió Mattel desde el 13 de febrero de 1959 cuando Ruth Handler y su esposo Elliot inventaron la muñeca más exitosa de todos los tiempos: la Barbie. “Muchas niñas van a crecer queriendo hablar como ella, pensando que no pueden ser más que adornos cuya única meta en la vida es verse bonita, casarse con un rico y pasar el día en el teléfono hablando con sus igualmente vacías amigas de lo fantástico que es ser bonitas y conseguir un esposo rico”, le dijo Lisa Simpsons a Bart, con su Stacy Malibu en la mano.
Al principio las Barbies era todas rubias. De hecho, la primera Barbie fue la copia de una llamada Lily, un personaje de una tira cómica pornográfica que se vendía en Alemania y tenía curvas sexuales y mirada provocadora. Como Lily no encajaba en la sociedad puritana de EE.UU y el objetivo de Mattel era hacer una muñeca para niñas, la rediseñaron hasta convertirla en el estereotipo que ya conocemos y que acompañaría a varias generaciones de niñas. Un detalle no menor es que si la muñeca fuera una mujer real, mediría 1,70 metros, pesaría 43 kilos, tendría 99 de tetas, 55 de cintura y 83 de cadera: medidas absurdas que sólo consiguen alcanzar las modelos raquíticas y operadas que dedican su vida entera a encajar con el estereotipo de belleza.
Según una investigación realizada por el Hospital Universitario Central de Helsinki Finlandia, la muñeca carecería del porcentaje de grasa corporal del 17% al 22% necesario para que una mujer tenga la menstruación. O sea la típica Barbie es una joven enferma, anoréxica. Sin embargo, a pesar de lo insalubre, la presión hacia las nenas era tan grande que incluso el conjunto de Barbie Baby Sits, que estaba a la venta en 1963, venía con un librito que se llamaba “Cómo bajar de peso” donde recomendaba directamente no comer.
El primer año de Barbie se vendieron 350 mil muñecas. En ese momento, salían sólo 3 dólares pero, con el tiempo y la fama, hoy cuestan alrededor de 10 dólares y los coleccionistas llegaron a pagar 10 mil dólares por una muñeca. Hoy se calcula que se vendieron más de mil millones de Barbies en más de 150 países y, según Mattel, se venden tres muñecas por cada segundo.
Sin embargo hoy la marca ya no es lo que era. En la navidad del 2014/ 2015, las muñecas de la película de Disney Frozen le ganaron a las Barbies y Mattel admitió que sus ventas cayeron más del 20%, lo que significa que de 73,3 millones netos que ganaron en un semestre, pasaron a ganar 28,3 millones al año siguiente. Quizá por eso, la empresa se decidió por dar el volantazo de marketing más fuerte de toda su historia: acaba de lanzar al mercado tres nuevos modelos de muñecas que buscan adaptarse a los estándares de mujeres reales del mundo. Ahora se puede conseguir la Barbie en versión petisa, otra más rellenita con lolas y cola prominentes y otra más alta que la tradicional. Además también lanzaron una publicidad que incluye a un varón.
Es una realidad que Barbie supo capitalizar las exigencias y fue cambiando a lo largo de los años. En 1967 salió “De color Francie”, la primera muñeca afroamericana, que, sin embargo, sólo tenía la piel oscura pero el molde y los rasgos seguían siendo los mismos. En 1997, introdujo en el mercado una muñeca en una silla de ruedas rosa a la que bautizó “Compartir una sonrisa Becky”. También incluyeron a las Barbies con cabello negro y, la última y exitosa movida fue Hijarbie, la muñeca musulmana que es furor en Instagram (oh casualidad que en Arabia Saudita está prohibida la Barbie por no adecuarse a los ideales del Islam y considerarla símbolo de la perversión occidental).
Aunque le agreguen curvas o le pinten el pelo de violeta, lo cierto es que las muñecas de Mattel conservan el espíritu conservador y machista que tuvieron desde el primer día. Los cambios no son más que apuestas a recuperar un mercado que se le está yendo de las manos porque los chicos cada vez piden más tecnología -tablets y videojuegos- y, al mismo tiempos, las muñecas Disney ganan terreno. Como contraposición a los manotazos de ahogado de Mattel, hace un año salió a la venta la primera anti Barbie: Lammily tiene celulitis, granitos, tatuajes y hasta se indispone. Fue creada por el joven artista Nickolay Lamm, sale alrededor de 25 dólares y sus kits incluyen toallitas higiénicas, estampas de moretones, lunares, estrías y picaduras de mosquitos. El objetivo es romper con el estereotipo y darle la posibilidad a las niñas y niños de crecer en otro paradigma.