El tiempo se volvió un suspiro largo en la sala de terapia intensiva del Hospital Mariano y Luciano de la Vega. Allí, desde hace diez días, permanece internado Thiago Medina, joven, padre, hermano, cuya salud se volvió el centro de una vigilia colectiva. Este miércoles, el Ministerio de Salud bonaerense informó que se convocó un ateneo clínico interdisciplinario para revisar su evolución, en un intento por encontrar respuestas donde la medicina y la fe se cruzan.
“El propósito es garantizar un abordaje integral, interdisciplinario y en red”, señala el comunicado oficial. En ese espacio, médicos de distintas especialidades del hospital y de la red pública provincial comparten registros clínicos, analizan tratamientos y discuten próximos pasos. Es una mesa de trabajo donde cada decisión pesa, y cada minuto cuenta.
La voz de los seres queridos
Pero fuera del hospital, la espera se vive distinto. En redes sociales, su hermana Camilota rompió en llanto tras recibir una llamada médica. “Necesitamos un milagro sobre su vida, por favor se los pido”, dijo entre lágrimas, convocando a una cadena de oración que se multiplicó en comentarios, mensajes y plegarias digitales.
La voz de Daniela Celis, expareja de Thiago y madre de sus hijas, también se sumó al pedido: “Estamos esperando una señal de Dios, una evolución. Creemos en la fuerza de la fe, en los milagros y en la unión de muchas oraciones”.
La situación es delicada. Los pulmones de Thiago están comprometidos y el equipo médico busca alternativas terapéuticas con rigurosidad científica. Pero en paralelo, su familia construye otra red: la de quienes creen que la fe puede abrir caminos donde la medicina aún duda.
El caso de Thiago no es solo una historia clínica. Es también una historia de amor, de resistencia, de comunidad. En cada mensaje que llega, en cada oración compartida, hay una forma de sostener lo insostenible. Porque cuando el cuerpo lucha, el alma también necesita compañía.