Tras una intensa jornada y tras la cuarta votación en el cónclave, el cardenal Dominique Mamberti anunció que el nuevo Papa es León XIV. Se trata del cardenal Robert Prevost, ahora el primer papa estadounidense de la historia.
Prevost, oriundo de Chicago, nació en 1955 y creció en una familia de trabajadores. Desde joven, se unió a la Orden de San Agustín, donde comenzó su camino en la vocación misional, complementando su formación con estudios en Filosofía y Teología. Se convirtió en sacerdote en 1982 y, a partir de entonces, dedicó gran parte de su vida a abordar las problemáticas sociales de América Latina, así como a defender los derechos humanos de sus habitantes. Durante la década de 1980, Prevost llevó adelante la misión Chulucanas en Perú, donde dejó una huella significativa.
En su trayectoria, tuvo una estrecha relación con Jorge Bergolio, el difunto papá Francisco, quien lo nombró cardenal el 30 de septiembre de 2023. Además, Prevost fue designado prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, subrayando su compromiso con los asuntos del continente.
Teniendo en cuenta sus misiones en América Latina y su visión agustiniana lo llevaron a elegir el nombre León, buscando firmeza en la defensa de los principios de la Iglesia, especialmente en estás épocas de conflictos, y en honor a León XIII, quien ocupó el cargo de 1878 a 1903 y se dedicó a abordar cuestiones sociales y de derechos laborales.
El papa León XIII tuvo gran sabiduría y visión social. Su mayor legado fue la encíclica Rerum Novarum (1891), en la que la Iglesia se pronunció por primera vez de manera clara sobre la cuestión social, defendiendo los derechos de los trabajadores, la justicia en las condiciones laborales y la dignidad humana frente al avance del capitalismo desmedido y el socialismo radical.
León XIII también impulsó el estudio de Santo Tomás de Aquino, renovando la formación filosófica y teológica del clero. Promovió la relación entre fe y razón en tiempos de creciente secularismo, y fortaleció el papel moral de la Iglesia en el mundo moderno. Fue un pastor que, con prudencia y firmeza, abrió caminos para el diálogo entre la Iglesia y la sociedad contemporánea.