El Papa Francisco ha otorgado su bendición desde el Vaticano para la canonización de María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula. Este hito histórico la convierte en la primera santa argentina. La ceremonia de canonización tan esperada por todos se llevará a cabo a principios de 2024, en la majestuosa Plaza San Pedro.
Mama Antula fue beatificada en el año 2016 en Santiago del Estero, tras la atribución de un milagro relacionado con la curación de una religiosa en 1904. El proceso comenzó en 2010 bajo la mirada y el buen tino de el Papa Benedicto XVI, quien la declaró «venerable» debido a sus virtudes heroicas. Además se la relaciona con un milagro en 1947 referido a un doctor.
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A pesar de esto, para alcanzar el estatus de Santa se requiere la verificación de un segundo milagro atribuido a su intercesión después de su beatificación. El nuevo milagro se relaciona con un paciente nacido en 1959 que sufrió un grave cuadro médico, incluyendo un aACV con infarto hemorrágico en varias áreas, seguido de un coma profundo, sepsis, shock séptico resistente y fallo multiorgánico, por lo que ingresó en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Santa Fe en Argentina en estado de coma, con un pronóstico que era reservado. Los médicos que lo atendían luego de hacer lo imposible por salvarlo, ya no tenían ningún tipo de buenas noticias para su familia debido a las lesiones cerebrales que eran consideradas irreparables.
Pero todo cambio el día que un amigo seguidor de Jesús llevó consigo al sanatorio una estampita de Mama Antula y comenzó a rezarle pidiendo un milagro para su ser querido que se encontraba en estado vegetativo.
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Al cabo de pocas semanas, el hombre comenzó a mejorar y luego de varios esfuerzos recuperó todas sus funciones; algo que era imposible medicamente.
María Antonia de Paz y Figueroa, nació en 1730 en la provincia de Santiago del Estero, fue la fundadora de la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en Buenos Aires y dedicó su vida al servicio, por lo que la decisión de canonización desde la iglesia representa un hito significativo en la historia religiosa de Argentina, honrando su santidad y su influencia duradera en la fe de millones de personas. Ahora sus restos descansan en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad en la ciudad de Buenos Aires.
