Sergio Massa decidió no competir, pero no se retiró. En medio del caos previo al cierre de listas legislativas, el ex candidato presidencial reapareció con un mensaje claro: sin unidad, no hay futuro para el peronismo. Lo dijo sin rodeos, en un audio que circuló por Radio 10: “Lo único importante de todo este quilombo es que el sábado cerremos una buena lista de unidad. Nadie va a quedar conforme. Todos tenemos que quedar adentro”.
La frase condensa el clima de tensión que atraviesa Fuerza Patria, el nuevo sello que agrupa al Frente Renovador, La Cámpora y el espacio de Axel Kicillof. Massa, uno de los nombres fuertes del armado, eligió no estar en la boleta, pero se metió de lleno en la rosca. “Milité todo el día, en todo el tiempo que pueda. Quiero unidad. Después, lo demás, secundario”, agregó.
Una interna que no cicatriza
La decisión de Massa descomprime, pero no resuelve. Juan Grabois ya había advertido que rompería si el ex ministro encabezaba la lista. Ahora, con Massa fuera de juego, el foco se corre a Máximo Kirchner, impulsado por intendentes bonaerenses que lo ven como el rostro ideal para polarizar con Milei. En el entorno de Kicillof no hay resistencia, pero tampoco entusiasmo. La incógnita sigue abierta.
Mientras tanto, el peronismo bonaerense navega sin brújula. A diferencia de otras provincias, no hay nombres definidos ni estrategia clara. La campaña se fragmenta en discursos aislados, con las mismas caras de siempre y sin un proyecto que seduzca al electorado.
La ausencia de Cristina Kirchner, cumpliendo prisión domiciliaria en San José, dejó al espacio sin su figura más gravitante. La unidad, más que una convicción, parece una necesidad táctica. El cierre de alianzas fue traumático y dejó heridas que no cicatrizan. La desconfianza se instaló como norma, y el vínculo político se sostiene con alambres oxidados.
Massa lo sabe. Por eso se corre, pero no se va. Su apuesta es que la unidad, aunque forzada, sea suficiente para resistir. El contraste con Milei es el único pegamento que mantiene unido al espacio. Lo demás, como él mismo dijo, es secundario.