La elección del 29 de junio dejó un nuevo orden en Rosario. Con una participación que apenas superó el 50%, el dirigente peronista Juan Monteverde, al frente de la lista “Más para Santa Fe, se quedó con la victoria y consolidó un liderazgo que, a juzgar por sus propias palabras, ya piensa en el próximo ciclo político: la intendencia en 2027.
La jornada cerró con un ajustado resultado: Monteverde obtuvo 113.458 votos (30,58%), seguido muy de cerca por Juan Pedro Aleart, de La Libertad Avanza, que alcanzó el 28,81% (106.918 votos). Tercera, y con un resultado más alejado, se ubicó Carolina Labayru, candidata oficialista de Unidos para Cambiar Santa Fe, con el 25,63% (95.109 votos).
Las bancas
Los números no solo definieron una elección: abrieron una nueva etapa. En una ciudad marcada por la violencia y las urgencias sociales, las urnas ordenaron el escenario entre tres bloques competitivos, peronismo, libertarios y oficialismo provincial, y fragmentaron el resto del mapa.
En juego estaban 13 bancas del Concejo Municipal. De los 42 postulantes que habían competido en las PASO, solo llegaron a la elección general siete listas. Monteverde logró la mayor representación: cinco escaños que serán ocupados por él mismo, junto a Norma López (PJ), Antonio Salinas (Ciudad Futura), María José Poncino y Pablo Basso (ambos del Movimiento Evita).
Más atrás quedaron Roberto Sukerman, con el 5,29%; Lisandro Cavatorta, 4,46%; Carla Deiana, 3,11%; y Eugenio Malaponte, 2,12%. Ninguno logró acceder al Concejo, pero marcaron la persistencia de espacios como la izquierda, las expresiones vecinales y otras alternativas.
La elección también reflejó una tendencia preocupante: la baja participación. Según el secretario del Tribunal Electoral, Pablo Ayala, votó apenas el 52% del padrón, una cifra comparable con el descontento de 2001, aunque esta vez expresado en la abstención. “Un hecho inédito”, calificó Ayala, que deja una alerta para toda la dirigencia.
“Ganamos contra todos y contra todo”
Desde el búnker montado en Distrito 7, Monteverde celebró con entusiasmo el resultado y pidió públicamente una reunión con el intendente Pablo Javkin. “Queremos dialogar sobre los desafíos que enfrenta la ciudad”, aseguró. Pero su tono, lejos de sugerir continuidad o sutileza, fue el de quien toma envión para disputar la conducción del gobierno local.
“Hoy el pueblo de Rosario le ganó al presidente, al gobernador y al intendente. Votó sin miedo contra los aparatos. Hay una mayoría social que la está pasando mal y le faltaba una fuerza que la representara. Bueno, en Rosario apareció”, escribió en X.
En su mensaje, se posicionó como emergente de un clima de época, de rechazo a los oficialismos múltiples, y apeló a un tono épico: “Contra todos y contra todo, ganamos. En dos años, Rosario cambia para siempre”.
Con este resultado, Rosario entra en una fase política tripartita. El peronismo recupera un lugar central en el Concejo, los libertarios ratifican crecimiento sostenido en grandes centros urbanos, y el oficialismo provincial se ve obligado a revisar su estrategia local. A pesar del magro número final, Unidos para Cambiar Santa Fe retuvo bancas, pero perdió centralidad.
