La imparable inseguridad y el brutal avance del narcotráfico en Rosario fueron los motivos por los que el gobernador Omar Perotti echó -anoche- al Ministro de Seguridad Rubén Rimoldi. Ese mismo día designó a su sucesor: el secretario de Seguridad Pública Provincial, Claudio Brilloni, comandante de Gendarmería Nacional. No conforme con esto, Perotti decidió también hacer cambios en la jefatura de la Policía provincial.
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Rimoldi fue citado por el ministro de Gestión Pública, Marcos Corach, y por el gobernador provincial. Al ingresar a la reunión, los periodistas que estaban allí le consultaron por su continuidad. «Todavía estoy en el cargo», respondió. Casi 40 minutos más tarde, pasadas las 9 de la noche, Rimoldi salió y la prensa se abalanzó: «¿Ya no es ministro?”. “No”, respondió.
Lo cierto es que durante el día hubo dos reuniones en las que se habló de la extrema violencia que hay hace tiempo en la ciudad de Rosario. Pero Rimoldi parecía no tener respuesta. Su reemplazo, Claudio Brilloni, juró rápidamente en el cargo, minutos después de que el ahora ex ministro se fuera por la puerta de atrás.
La misma noche, se confirmó que Miguel Oliva, Jefe de la Policía provincial, también debía dejar su cargo. En este caso, asumió el reemplazo natural, el sub jefe de la Policía, Martín García.
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El ex ministro de Seguridad habría intentado de diversas formas controlar la situación en Rosario. No lo logró: la violencia no sólo siguió, sino que fue creciendo. Uno de los casos más mediáticos fue el del músico Lorenzo «Jimi» Altamirano, un hombre de 28 años, malabarista callejero, que fue secuestrado y asesinado.
Ayer al mediodía, por caso -antes de que Perotti eche a Rimoldi-, hubo otra balacera en el sur de la ciudad que provocó las declaraciones del intendente, Pablo Javkin, sobre las mafias: «Rosario está liberada», dijo. Además, invitó al funcionario saliente: “Que se venga a vivir acá”.
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