¿Puede una mala noche de sueño influir en una sentencia judicial? La Suprema Corte de Justicia de Mendoza quiere averiguarlo y puso en marcha un estudio sin precedentes: durante dos semanas, doce jueces penales evaluarán la calidad de su descanso y cómo este impacta en sus decisiones. La iniciativa, coordinada por el reconocido científico Diego Golombek, ya despertó una tormenta política. El gobernador Alfredo Cornejo no se guardó nada: “Parece una tomada de pelo”.
El proyecto fue presentado esta semana por los ministros de la Corte Mario Adaro y José Valerio. El propio Golombek, neurocientífico y experto en cronobiología, visitó el Polo Penal de Mendoza para dar la primera charla introductoria. El estudio medirá durante 15 días el sueño, el estrés y los niveles de ansiedad de magistrados que, cotidianamente, deben resolver causas sensibles: homicidios, robos agravados, femicidios y abusos sexuales.
El estrés y el bienestar emocional
“El bienestar emocional y el clima laboral también son pilares en la administración de justicia”, defendió Adaro. En su visión, una decisión judicial no se toma en el vacío. “Hay días buenos y días malos. Pero lo que se resuelve afecta la libertad y el patrimonio de la ciudadanía. Por eso es importante mirar hacia adentro”, agregó.
Cada juez y jueza llevará una pulsera electrónica (actímetro) que monitorea su ritmo circadiano, el reloj biológico que regula el sueño y la vigilia, durante las 24 horas. Además, deberán completar cuestionarios sobre sus hábitos de descanso. Todos los datos serán confidenciales: los participantes estarán identificados solo por un número de ID.
Lo innovador no es solo la recolección de datos fisiológicos, sino el cruce con su trabajo concreto: durante las dos semanas, los investigadores analizarán qué decisiones toman en audiencias orales, qué tipo de fallos dictan, cuánto duran las resoluciones. Y buscarán correlaciones: ¿un mal descanso aumenta la severidad? ¿El cansancio genera demoras o errores?
“Los jueces penales son como médicos de guardia, están en la trinchera todo el tiempo”, justificó Valerio, uno de los impulsores del estudio. La intención, explicó, es extender el modelo a otros fueros como el civil y laboral.
Críticas desde el Gobierno: “No me preocupan las horas de sueño, sino de realidad”
La propuesta científica generó una inmediata reacción del oficialismo provincial. El gobernador Cornejo calificó el estudio como “una falta de respeto” hacia los ciudadanos y reclamó que los jueces trabajen más y escuchen a las víctimas. También criticó el funcionamiento del nuevo sistema penal acusatorio, que según él adolece de problemas estructurales: “No hacen audiencias por la tarde y eso frena las causas de flagrancia, cuando hay que actuar con rapidez”.
La ministra de Seguridad y Justicia, Mercedes Rus, fue aún más categórica: “Aunque tenga sustento científico, a mí me preocupa otra cosa: no las horas de sueño, sino las de realidad que tienen algunos jueces”.
La discusión de fondo que plantea este caso no es menor. ¿Deben los jueces ser medidos también en su condición emocional y biológica? ¿Es pertinente cruzar ciencia y justicia en estos planos? Para los impulsores, la iniciativa es pionera a nivel mundial y apunta a mejorar el rendimiento sin comprometer la imparcialidad. Para sus detractores, es un desvío de prioridades en un sistema judicial que enfrenta críticas por demoras, burocracia y falta de empatía.