El flamante papa León XIV recibió en audiencia privada a representantes de los 184 estados con los que el Vaticano mantiene relaciones diplomáticas. Durante su discurso, dejó clara su opinión a cuestiones sensibles y en las que su antecesor Francisco, había mostrado cierta flexibilidad.
En sus primeras palabras, Robert Prevost solicitó a los gobiernos a invertir en familias “fundadas en la unión entre el hombre y la mujer”. Sobre este punto remarcó se prioricen “políticas que fortalezcan la familia tradicional y contribuyan a la construcción de sociedades armónicas y pacíficas”.
“Esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer, bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cualquier otra”, añadió el Santo Padre.
En otro tramo de su alocución, remarcó que el mundo vive un “cambio de época y el Vaticano “no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas”.
Reiteró su pedido por la Paz y pidió por los inmigrantes
Además, León XIV volvió a pedir por la paz en el mundo y recordó tiene raíces españolas, francesas e italianas.
Sobre esta cuestión recordó su historia de vida "entre América del Norte, América del Sur y Europa” y recordó que es “un ciudadano, descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado por lo que cada uno de nosotros, en el curso de la vida, se puede encontrar sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera”.
Defendió al niño por nacer
Prevost solicitó proteger la dignidad humana y, al respecto, señaló que “debemos favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”.
Por último, reiteró la necesidad de promover el diálogo entre los países y promover la paz, poniendo fin a las guerras y retomó el llamado de su antecesor Francisco, quien el Domingo de Resurrección, que fue además su última aparición pública, pidió abandonar la carrera armamentista.
“Es un tiempo de conversión y de renovación, y sobre todo la ocasión para dejar atrás las contiendas y comenzar un camino nuevo, animados por la esperanza de poder construir, trabajando juntos, cada uno según sus propias sensibilidades y responsabilidades, un mundo en el que cada uno de nosotros pueda realizar la propia humanidad en la verdad, en la justicia y en la paz”, sentenció.