Un grave episodio de antisemitismo ocurrió en la Ciudad de Buenos Aires (CABA) cuando un joven fue agredido físicamente mientras se dirigía a un acto conmemorativo en Parque Centenario, a casi dos años del ataque perpetrado por Hamas.
La víctima fue Matías Hauszpigiel, psicólogo, quien relató que todo comenzó en la zona de Almagro-Palermo al cruzarse con un automóvil que llevaba una bandera de Palestina en el techo. “Veo una bandera pro Palestina arriba de un auto, paso y, sin insultar, le digo: ‘¿por los secuestrados no hay ningún cartel?’”, contó.
Tras ese intercambio, el conductor comenzó a seguirlo. Hauszpigiel intentó escapar tocando la bocina para pedir ayuda, pero no logró que nadie interviniera. En un semáforo, el agresor bajó de su vehículo, le cerró la puerta del auto y lo golpeó varias veces en la cabeza. “Yo traté de bajarme para defenderme, me cerró la puerta de un golpe y me empezó a pegar en toda la cabeza”, relató.
Durante la golpiza, el atacante lo insultó con frases antisemitas como “judío hijo de puta”. Pese a la violencia de la situación, ningún vecino se acercó a asistirlo, algo que el joven interpretó como un malentendido: “Capaz pensaron que era un robo”. El hombre finalmente huyó en su automóvil con la bandera de Palestina.
Hauszpigiel denunció el ataque a un patrullero y luego continuó hacia el acto en Parque Centenario, donde miles de personas de la comunidad judía se concentraron para pedir la liberación de los rehenes y rendir homenaje a las víctimas de Hamas.
El evento fue convocado por la AMIA, la DAIA, la Organización Sionista Argentina y el Foro de Familias de Secuestrados y Desaparecidos. La conducción estuvo a cargo de la periodista Luli Ofman, quien reclamó “la inmediata liberación para que todos los secuestrados vuelvan a sus hogares”.
Los rabinos Eliahu Hamra y Marcelo Bater encabezaron la plegaria de duelo, mientras que el embajador de Israel en Argentina, Eyal Sela, recordó que se cumplen dos años de “la mayor masacre de judíos después del holocausto, después de la Shoá”, que dejó más de 1.200 muertos y más de 250 secuestrados, entre ellos cuatro argentinos.