Elige tu propia forma de festejar la Navidad

Por: Natalia Gelós @nataliagelos

La Navidad como la conocemos no es la única Navidad. Hay cientos de tradiciones, desde las más cándidas a las más extrañas, y hay tantas celebraciones como culturas en el mundo. Este es un paseo por algunas de ellas ¿Cuáles te animás a adoptar? 

 

La maratón gastronómica, el operativo reencuentro, la carrera por los regalos y el calor, no nos olvidemos del calor… ¿Quiénes no llegan a la cena de Navidad con la lengua afuera? ¿Quiénes no dicen alguna vez: “El año que viene me voy lejos a pasar las fiestas? Y muchas veces eso se dice hasta que pasan los doce meses y uno se encuentra corriendo la maratón gastronómica, gestando el operativo reencuentro, y así. Podríamos pensar que la Navidad es sólo eso: el tsunami de comida, el árbol sintético cubierto de adornos, Papá Noel y todo el jojojó que lo antecede y le sigue. Pero no todo es tan igual a nuestras calurosas festividades. Tampoco nada es tan similar a lo que muestran las películas en el norte, con villancicos y nieve. Hay otras formas de pasar Navidad.

Si nos subimos al Google Earth  y le damos la vuelta al mundo por estas fechas cual expedicionario 2.0, encontramos desde confiscación de escobas, como hacen en Noruega, donde las guardan para que no vuelen en ella los espíritus malignos, hasta mesas servidas para los muertos, como hacen en Portugal, donde preparan lugares extras con platos deliciosos para que los que ya no están puedan volver a la familia. Cada geografía tiene un destello que nos sorprende.

La tradición de la escoba noruega.
La tradición de la escoba noruega.

Hay tradiciones pequeñas y cándidas como luces del arbolito. En Venezuela intentan hacer sobrevivir una tradición simple y alegre como la de reunirse a andar en patines y bicicletas en las calles, mientras se comen platos típicos ese día. En Suecia, hay un protagonista inesperado: el pato Donald, Kalle Ankas en sueco. Sí, el Pato chillón de Disney. Desde 1959, es un ritual prender la televisión y ver capítulos que ya todos, grandes y niños, se saben de memoria.

Hay tradiciones con pinceladas más oscuras, como la de los Krampus que salen a la calle en Austria y otros países de los Alpes. Figura del folclore regional, esta especie de diablo es la que “castiga” a los niños malos.

Krampus. Foto: Wolfgang/Flickr, en creative commons
Krampus. Foto: Wolfgang/Flickr, en creative commons

En la actualidad, los hombres se cargan esos pesados disfraces y salen a asustar a los pequeños y a desfilar por las calles.

Otro desfile se da en Gales y es igual de inquietante: un cráneo de caballo con una túnica blanca representan a Mari Lewyd que en procesión va de casa en casa llevada por un grupo de personas para cantar villancicos y entablar algo parecido a un concurso de payadas con los dueños del hogar. Quienes reciben la visita de la extraña figura y el grupo de seguidores se prenden en el ritual porque dice la tradición que el arribo trae buena suerte para el año que comienza.

Acá tienen un video de la BBC de 1966:

Y vamos a dos costumbres un tanto más livianas. Por un lado, tenemos a cierto grupo de japoneses que han convertido en tradición la visita al local de comidas rápidas Kentucky Fried Chicken (KFC) y hacen largas colas para comer ese día un balde de aceitosas patas empanadas. Una movida de marketing que nació en 1974 y que le salió tan bien a la multinacional que hoy por hoy encargan comida con  hasta tres meses de anticipación.

Pollo frito en Japón: Hiro - Kokoro☆Photo / Flickr en creative commons
Pollo frito en Japón: Hiro – Kokoro/ Flickr en creative commons

En tanto, si miramos en Cataluña nos encontramos con el particular caganer. En esta zona del noreste de España, además de poner los regalos para los niños en un tronco, se suele tener entre los adornos a un pequeño muñeco en cuclillas haciendo caca. De ahí su sutil nombre… El muñeco original llevaba la ropa tradicional catalana, pero hoy en día los hacen con diferentes vestidos y hasta personifican figuras famosas de ficción y de la realidad. Existen caganers de Messi, del Papa Francisco y hasta de Nelson Mandela en cuclillas y con el culo al aire.

Caganer: Foto : Oriol Gascón i Cabestany / Flickr, en creative commons
Caganer: Foto : Oriol Gascón i Cabestany / Flickr, en creative commons

Pero vengamos a América Latina. En la zona del altiplano, en Bolivia, los aymaras festejaban en estas fechas los ciclos productivos de la agricultura y la ganadería y los pastores celebraban adornando a las llamas, a las vicuñas, y se lanzaban pétalos de flores. En el cruce con las religiones occidentales, fusionaron los festejos.  Entre la religión impuesta y las creencias de los pueblos originarios se han generado mixturas que muestran que ninguna raíz se pude arrancar por completo. Por estos días, se puede visitar la exposición “América Popular: Devociones en tiempo de Navidad” (abierta hasta el 15 de enero, en La Abadía, Gorostiaga 1908). Allí se pueden recorrer pesebres y otras imágenes relacionadas con la Navidad, obtenidas en distintos lugares de América Latina que nos muestran que esta celebración se adapta -impuesta o adoptada- y cuaja con el entorno que le toca. Porque siempre se habla de la idea de Navidad importada de Hollywood, pero hay una importación anterior, con más sangre, que fue la que trajo España desde el siglo XV para, como señaló la curadora de la muestra Teresa Pereda, “el adoctrinamiento de los pueblos originarios”.

A los alemanes les gusta darse un chapuzón de agua fría.
A los alemanes les gusta darse un chapuzón de agua fría.

Cada cultura pone su barniz. Podemos robar sus ideas, fundar quizá las propias tradiciones o, como plan B, agarrar la carpa, un sánguche, algo para tomar, y esperar las doce frente a un cielo estrellado en algún espacio verde. Esa sería también, de seguro, una Navidad diferente. Eso sí: no tan audaz como el gusto de los alemanes por un chapuzón de agua helada, con gorrito navideño.

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