Un swap entre bancos centrales es un acuerdo que permite a dos entidades monetarias intercambiar monedas de sus países por un plazo determinado, con el compromiso de revertir la operación a un tipo de cambio pactado.
El principal objetivo de estos acuerdos es asegurar liquidez en moneda extranjera y contribuir a la estabilidad del sistema financiero. Cuando un país requiere dólares, por ejemplo, para abastecer la demanda de empresas o entidades locales, su banco central puede recurrir a un swap con la Reserva Federal de Estados Unidos.
Tampoco siempre suma reservas de libre disponibilidad, ya que en algunos casos, las divisas recibidas solo pueden usarse para comercio bilateral, y no para intervenir libremente en el mercado cambiario. La tasa de interés menor que en el mercado internacional dado que se trata de acuerdos entre bancos centrales, suelen ser más baratos que recurrir a deuda externa.
No se trata de una novedad para la Argentina, ya que aún tiene un swap vigente con China desde 2009, activado por el gobierno de Cristina Kirchner, que le permite contar con una parte de sus reservas en yuanes.
En 2014, se firmó un segundo acuerdo que se renovó tres años después y en 2018, ya con Mauricio Macri al frente del gobierno argentino, se cerró un pacto suplementario. En agosto de 2020, bajo la gestión de Alberto Fernández, se firmó el entendimiento que fue renovado nuevamente en junio de 2023, por la gestión de Milei, hasta agosto de 2026.