Chiclayo, la ciudad del norte de Perú donde Robert Prevost ejerció como sacerdote por casi dos décadas, vive por estas horas una gran conmoción y celebra que el nuevo papa esté tan vinculado al lugar. De hecho, los vecinos no dudan en sostener que "es peruano".
Varios medios de comunicación locales e internacionales se instalaron en las calles Chiclayo, que era es conocida como la "Ciudad de la Amistad" por su gente hospitalaria, pero ahora pasó a serlo por haber albergado durante casi dos décadas al nuevo mandamás de la Iglesia Católica, León XIV.
En ese contexto, en las últimas horas ya comenzaron a levantarse las primeras imágenes de León XIV, con leyendas como “Chiclayo bendecido” y “El papa del pueblo”.
“Los peruanos no nos esperábamos que se nombre a Robert como papa. Pero para nosotros, ya era uno de los nuestros. Es nacionalizado por amor, por convicción”, sostuvo un periodista local al canal TN.
En Chiclayo, Prevost se ocupó de más cosas que de misas y homilías. Durante la pandemia de Covid, cuando el sistema de salud colapsaba, organizó la instalación de dos plantas de oxígeno. Caminaba por las calles con una cruz junto a otros párrocos, y celebraba misas al aire libre para que las siguieran quienes no podían salir de sus casas.
“La gente lo quiere porque es un cura de calle. No esperaba que los fieles vinieran, él iba donde estaban ellos”, sostuvo una vecina consultada por la prensa.
El trabajo del cardenal nacido en los Estados Unidos con comunidades vulnerables fue destacable, en especial con los migrantes venezolanos, a quienes les ofrecía palabras de consuelo, un plato de comida y un techo.