Una mujer británica llamada Zoe Glover denunció el mal momento que vivió en la cadena de restaurantes Greggs, cuando empleados le prohibieron la entrada a ella y a su hijo de cuatro años, Ruben, que tiene autismo no verbal.
La madre de 23 años contó, al diario local The Mirror, que suele llevar a Ruben a esa tienda para comprarle pizza y donas porque las visitas rutinarias lo ayudan a mantenerse tranquilo. Sin embargo, el viernes pasado, un empleado le dijo que no podían atenderla más “por el comportamiento de su hijo” en una visita anterior.
“Me dijeron que el gerente había decidido que no me podían servir por la forma en que se portó mi nene el otro día”, relató Glover. La mujer explicó que el niño, por su condición, no puede quedarse quieto mucho tiempo y suele aplaudir o saltar. “Es difícil lograr que se siente cinco minutos”, añadió, al respecto.
La joven afirmó que el personal incluso la insultó para que se retirara y que la decisión fue “una discriminación por discapacidad”. Sobre eso, expresó: “Nunca imaginé que a mi hijo de cuatro años le prohibirían entrar. Estoy devastada, porque no todos lo entienden”.
En ese sentido, comentó cuál fue la reacción de su hijo: “Es desgarrador, él no entendía lo que pasaba y terminó haciendo un berrinche para salir, mientras todos nos miraban. Me sentí muy incómoda, esto suma más estrés a mi vida diaria”.
Luego de esta situación, Zoe solicitó que el personal del local reciba capacitaciones sobre el acceso para personas con discapacidad.
La respuesta de la cadena
Por su parte, Greggs admitió el error y pidió disculpas públicamente. “Esto no es política de la compañía y lo estamos tomando muy en serio. Nos disculpamos con la clienta y estamos investigando cómo ocurrió este incidente y cómo evitar que se repita”, indicaron en un comunicado.
Además, a la joven madre le ofrecieron como compensación un cupón de 15 libras (20 dólares), pero ella consideró que no es suficiente para reparar el daño. También le prometieron una actualización sobre la investigación interna.
Sin embargo, Zoe confesó que ahora tiene miedo de llevar a Ruben a otros comercios o restaurantes, ya que no quiere que vuelvan a discriminarlo. “Siempre trato de limpiar lo que dejamos, pero puede quedar algún envoltorio. Esto me dejó muy ansiosa”, reveló.