Guinea-Bissau volvió a quedar al borde del abismo institucional el 26 de noviembre de 2025, cuando un grupo de oficiales anunció la toma del “control total” del país a solo tres días de las elecciones presidenciales y legislativas.
El anuncio lo hizo el general Denis N’Canha, jefe de la oficina militar presidencial, quien informó que un comando integrado por todas las ramas de las fuerzas armadas gobernará “hasta nuevo aviso”. En ese contexto, el presidente en funciones, Umaro Sissoco Embaló —favorito en los comicios— fue detenido. Voceros castrenses aseguraron que se encontraba “bien tratado”.
Horas antes de su arresto, intensos disparos retumbaron cerca del palacio presidencial en Bissau. Soldados ocuparon los accesos a la sede de gobierno, mientras la guardia presidencial y una unidad de élite de la gendarmería mantenían un perímetro controlado. La tensión provocó que cientos de personas huyeran hacia los barrios periféricos ante la presencia de hombres armados cuya procedencia no estaba clara.
Una fuente del Ministerio del Interior confirmó que individuos armados irrumpieron en la sede de la Comisión Electoral Nacional e intentaron atacar el palacio presidencial. Embaló dijo a AFP que fue detenido alrededor del mediodía en su despacho y remarcó que no recibió malos tratos durante este “golpe de Estado”, que atribuyó al jefe del Estado Mayor.
Varias calles cercanas al palacio permanecían bloqueadas, incluidas las que rodean la Embajada de Portugal. Soldados encapuchados impedían el paso de dirigentes políticos que podrían intentar buscar refugio diplomático. “Estamos acostumbrados a esto en Bissau”, dijo un testigo, reflejando la resignación de la población ante la inestabilidad crónica del país.
El golpe ocurrió en medio de una disputa electoral: tanto Embaló como su principal adversario, el independiente Fernando Dias da Costa, se declararon vencedores. El presidente afirmó a AFP que “no habrá segunda vuelta” y que aseguraría un segundo mandato. Dias, por su parte, proclamó en redes sociales: “Esta elección ha sido ganada, ha sido ganada en la primera ronda”. Los resultados provisionales oficiales debían conocerse el jueves.
Guinea-Bissau acumula una larga historia de golpes de Estado —cuatro desde la independencia en 1974— y se mantiene entre los países más pobres y atravesados por el narcotráfico en África occidental. Pese al clima de tensión, observadores internacionales, incluida la Unión Africana, calificaron los comicios del domingo como “democráticos, libres y participativos”.
Sin embargo, la oposición denunció irregularidades. El líder opositor Domingos Simões Pereira fue excluido de la contienda por supuestos motivos técnicos, situación que el histórico PAIGC, que respalda a Da Costa, consideró una maniobra de manipulación. Además, cuestionan que el mandato de Embaló venció el 27 de febrero y que gobierna por decreto desde 2023 tras disolver el Parlamento dominado por sus adversarios.
La crisis recuerda la prolongada disputa postelectoral de 2019, cuando ambos candidatos se proclamaron ganadores. Para este proceso, más de 6.780 efectivos de seguridad, incluidos miembros de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), fueron desplegados para garantizar la seguridad durante las elecciones y el período posterior.




