No quieren repetir el bochorno de las elecciones presidenciales de 2015, cuando el kirchnerismo no daba a conocer los resultados. El plan incluye 150 nuevos centros de transmisión de datos en todo el país y 100 scanners para enviar los telegramas desde las escuelas directo al Correo Argentino. Preocupa el clima y la baja confirmación de autoridades de mesa. El rol del eterno funcionario Tullio.
Las elecciones primarias que se celebrarán el próximo 13 de este mes serán los primeros comicios nacionales que se realicen bajo la gestión del presidente Mauricio Macri. Por esa razón, el Gobierno trabaja contrarreloj para evitar cualquier papelón y mostrar que su discurso de «mayor eficiencia» también se traslada al terreno electoral.
Ante ese objetivo, se pondrán en marcha para ese día 150 nuevos centros de transmisión de datos, que se sumarán hay los 237 ya habilitados en todo el país, según pudo averiguar #BORDER de fuentes oficiales.
Será un crecimiento importante en el número de los centros de transmisión de datos, el lugar desde donde se envían los telegramas de cada mesa al centro inteligente de la sede central del Correo Argentino, que hace la carga de los números para el escrutinio provisorio.
No conformes con eso, la Secretaría de Asuntos Políticos e Institucionales del Ministerio del Interior -que conduce Adrián Pérez- ya tiene todo listo para obedecer el pedido de la Cámara Nacional Electoral, que reclamó 100 scanners para que el envío de los datos vaya directo al Correo.
Será una prueba piloto, y si resulta exitosa en la próxima elección se extenderá hasta acortar sustancialmente los tiempos del escrutinio provisorio. Se supone que entre los 150 centros de transmisión de datos y los 100 scanners el conteo de los votos debería acelerarse, y esa es la intención oficial.
“La ley dice que a las 21 horas pueden empezar a darse resultados. Lo que queremos es que a esa hora ya haya un volumen interesante de carga, y no unas mesas perdidas como pasó en la última elección”, confió a #BORDER una fuente del Ministerio del Interior embebida en el tema.
Es que al Gobierno lo preocupa repetir el papelón de la elección presidencial, cuando la carga fue eterna y hubo que esperar a la madrugada para conocer alguna tendencia.
Aquel bochorno, muy criticado por todos los competidores en ese momento, parece haber quedado en el olvido para la mayoría, salvo para Cambiemos, el principal interesado en que se conociera aquel triunfo. Y ahora, el encargado del operativo que no quiere que se repita con aquellos déficit.
En el oficialismo están seguros de que esa demora inexplicable tuvo que ver con la negativa del kirchnerismo a admitir su derrota y no a un problema técnico, pero prefieren anticiparse.
Fuera a propósito o sin querer, el bochorno le costó el puesto al entonces Director Nacional Electoral, Alejandro Tullio, un radical K que hasta ese momento había sobrevivido desde la época de Fernando de la Rúa, pero que el macrismo prefirió remover, al menos, de la formalidad del organigrama.
Porque, de todos modos, sus relaciones con las elecciones son a prueba de fuego y Tullio volverá a tener un lugar clave pero desde otro lugar: este año el Correo Argentino -una empresa estatal- lo contrató como su director de Asuntos Públicos, a cargo de todo lo vinculado a los comicios, generando múltiples suspicacias. La empresa a cargo del escrutinio provisorio es la española Indra.
La Cámara Nacional Electoral había solicitado un scánner por mesa para las PASO, en un simulacro realizado hace días. Al Gobierno le pareció un pedido imposible de cumplir en tiempo y presupuesto.
Como fuere, en el Gobierno quieren ponerle ritmo al escrutinio y diferenciarse de sus antecesores. “La expectativa es que a las 23 ya haya números en serio”, confió otra fuente oficial. Pero, más allá de sus planes y previsiones, saben que hay otras variables que no pueden manejar, y que también inciden a la hora de apurar el conteo.
La primera es la cuestión meteorológica, por eso ya prenden velas para que el domingo 13 de agosto no llueva. Se sabe que en la provincia de Buenos Aires y en zonas del interior del país las calles y las rutas se inundan, y se hace más dificultoso transportar urnas y telegramas bajo la lluvia.
La segunda preocupación son las autoridades de mesa. Cuando no van, las mesas tardan en abrirse y en cerrarse, porque generalmente los reemplaza un ciudadano inexperto y sin capacitación previa, pudiendo ralentizarse el proceso. El alerta llegó esta semana cuando se supo que casi la mitad de los telegramas enviados para informar sobre esa carga pública fue rechazada en la provincia de Buenos Aires.
La cifra asciende a 33 mil misivas que no fueron recibidas o cuyos destinatarios no fueron ubicados en los domicilios informados en el padrón. Ese distrito clave requiere más de 71 mil autoridades para la elección.