Cristina Kirchner parece estar muy lejos del default emocional. Contrariamente a la sensación que sobrevoló dentro del Gobierno por su semana de convalecencia víctima de una faringolaringitis, la Presidenta ha decidido entre el viernes y el sábado, con su núcleo íntimo que integran Carlos “Chino” Zaninni y Máximo Kirchner, una estrategia contraria al retiro a cuarteles de invierno: huir hacia adelante (una vez más), apuntar todos los cañones a los buitres, mantener el conflicto en el tiempo todo lo que se pueda y tratar de llegar a 2015 con un “triunfo” de la causa nacional y popular que apuntale a su candidato para las PASO.
Mientras los economistas y analistas políticos se rasgan las vestiduras discutiendo si la estrategia frente a los holdouts es la adecuada o no, las encuestas encargadas por el Gobierno le dan a CFK cerca de un 70% de aprobación en el manejo del “juicio del siglo”. Cristina, que está más pendiente que nunca del humor social, fue muy clara con el Chino: la disputa con los buitres es el escape perfecto hacia adelante.
Las razones son obvias: es mucho más cómodo centrar la agenda en una disputa contra un agente externo, que ostenta una pésima imagen, y en una situación que coloca a la Presidenta como la defensora de los intereses nacionales frente a la voracidad de los agentes del capitalismo salvaje. Ese escenario es más fácil que una discusión de las problemáticas de cabotaje (seguridad, corrupción, inflación) en donde el Gobierno lleva las de perder desde hace ya un año largo. «Los fondos buitre son la sarna del sistema financiero», dijo Zaninni para la militancia este fin de semana, junto a los referentes de La Cámpora; sostuvo que este «no es un Gobierno endeudador, es un Gobierno que nos está sacando del default», y advirtió que «los buitres vienen por Vaca Muerta». El texto que acordó repetir hasta el hartazgo con la Presidenta.
Cuando el próximo miércoles 30 de julio el país entre en el default, la estrategia será evitar esa palabra maldita, asegurarse de dejar en claro en cuanto foto internacional haya que la Argentina paga sus deudas pero que el fallo del Juez Griesa impide que ese dinero llegue a los acreedores (lo que no deja de ser cierto) y continuar con la línea del “queremos cumplir con el 100% pero en condiciones justas y equitativas”. Los holdouts saben que no recibirán un dólar hasta enero, cuando ya haya vencido la cláusula RUFO. Concretamente, el default real es con ellos, no con los holdins, a quienes el Ministerio de Economía les seguirá transfiriendo los vencimientos de deuda religiosamente. Ese dinero quedará en los bancos norteamericanos, tal como sucedió hace un mes en el Bank of New York. “¿Quién podrá decir seriamente que la Argentina no paga? Los buitres están haciendo el ridículo en el mundo, nadie les cree, mientras que nosotros negociamos con seriedad, como se debe”, repetía un asesor en tono triunfalista el jueves en una reunión en La Plata.
Mientras tanto, el Gobierno se prepara para blindar los bienes y cuentas del país en el extranjero ante la amenaza del embargo, y ya hay una serie de carpetas en el despacho de Balcarce 50 con planes para reforzar el vínculo con la clase media: extensión del plan Procreauto, más crédito para viviendas, engrosamiento del gasto público y la emisión, fomento del consumo, ventajas y líneas de préstamos blandos para pymes y ventajas impositivas para las empresas que sostengan su planta de empleados.
CFK, que viaja el martes a Caracas para la cumbre del Mercosur (dejando nuevamente al procesado vice Amado Boudou a cargo del Gobierno), aprovechará el foro internacional para denostar a los fondos de inversión NML Elliot y Aurelius, defenderá la gestión de su ministro de Economía Axel Kicillof y esperará el miércoles 30 de julio lo que ya es casi imposible de evitar. Quizá, en su hora más aciaga, la Presidenta haya encontrado el escenario para representar el rol que mejor le sale.