Mientras el gobernador Axel Kicillof pugna por encender “los motores” de cada ministerio ante la parálisis en la gestión que, asegura, le legó la administración vidalista, intenta sortear las presiones de los intendentes del Conurbano que buscan una mejor interlocución con el Ejecutivo provincial y, al mismo tiempo, poder adueñarse de los cargos vacantes de las empresas públicas que timonean desde La Plata.
Se trata de Aguas Bonaerenses SA. (Absa), Aubasa (concesionario de la autopista Buenos Aires-La Plata y la autovía 2) y el Fondo de Garantías de Buenos Aires (Fogaba), por caso. Aunque en las últimas horas el gobernador bonaerense designó como titular de Absa, la operadora de agua potable en territorio bonaerense, a Germán Ciucci, un técnico en cuestiones hídricas, cerca del ex ministro de economía avisan que “aún hay cargos vacantes en esta y en el resto de las empresas públicas”. Es que aún restan conformarse los directorios definitivos de cada una de estas compañías estatales.
Esa aclaración vertida desde La Plata tiene un mensaje inequívoco: acallar las críticas que, por los bajo, expresan los jefes comunales por no poder ocupar cargos en la segunda línea de gobierno o bien poder influir en la elección de esos funcionarios.
En Casa de Gobierno son claros en que “no se van a dejar operar” ni «presionar» por los intendentes. «Axel ya se los aclaró en persona. El problema es de los intendentes que no se ponen de acuerdo entre ellos y no traen propuestas para elegir a los funcionarios que necesitamos”, disparó una calificada del gobierno provincial consultada.
Es que, según repiten desde la Casa de Gobierno provincial, el mandatario bonaerense hasta les pidió un “listado” con los nombres de quienes aspiran a formar parte del organigrama oficial. Y, que esa desconfianza hacia el actual gobernador, viene desde la época en que sonaba como candidato a comienzos de 2019 y que se prolongó inclusive en plena campaña electoral. El gobernador se apoya en su jefe de gabinete, Carlos Bianco -el propietario del Renault Clío con el que recorrió la provincia- y en la ministra de gobierno, Teresa García, para intentar canalizar el diálogo con los alcaldes.
Tal vez para acallar todas estas versiones, la última semana Kiciloff se reunió, con foto incluida, con Mario Ishii (José C. Paz), que supo estar en el kirchnerismo duro y hasta coqueteó con María Eugenia Vidal, y con Jorge Ferraresi (Avellaneda), un cruzado de Cristina Kirchner.
En diálogo con este medio, Ishii admitió que tiene buena relación con el gobernador y que «estamos tratando de comenzar a ejecutar los proyectos para el municipio. También fui para interiorizarme de la situación de la Provincia, que pasa problemas económicos. Recibió una profunda endeudada como nunca difícil de levantar«, y cerró diciendo que «de política no hablo ya que ahora es tiempo de trabajar».
Pero, como quedó dicho, no todo es amor con los alcaldes del Gran Buenos Aires: algunos rechazan el estilo «dogmático» de conducción política del mandatario bonaerense y se quejan por la supuesta falta de diálogo.
Un intendente de la populosa tercera sección electoral opinó ante la consulta de #BORDER que el Ejecutivo “tiene un manejo endogámico, que aunque podemos tener de interlocutores a Bianco o a Teresa García siempre define Axel. Eso lo pude ver cuando traté con el gobernador algunas cuestiones de mi municipio cuando necesitaban apoyo para la ley impositiva.Y que se pudieron resolver«. En este sentido, amplió que «hay buen trato con los ministros infraestructura y salud, por ejemplo, pero no han confirmado si seguirán los convenios y los servicios que teníamos conjunto».
En tanto, un jefe comunal de la primera sección electoral, que también prefirió el anonimato, dijo que “vemos que falta definir una línea política para ver, por ejemplo, que se hace en educación o en obras. Van los ministros a territorio pero no terminan de definir: les falta oficio y los interlocutores que tenemos no deciden«.
Y contrapone esta falta de diálogo con lo que ocurre a nivel nacional. «En Nación tenemos a Katopodis (Gabriel, ministro de Obras publicas) que es un intendente más (ex alcalde de San Martín), a Santiago Cafiero (jefe de gabinete) y a otros funcionarios con mucho manejo político», enfatizó el intendente que admitió que hay colegas «molestos» por la falta de generosidad que le atribuyen a Kicillof en la distribución de cargos.
A nivel nacional no sólo Katopodis logró ingresar al gabinete: Leonardo Nardini desembarcó en Aysa y el ex alcalde de Cañuelas, Gustavo Arrieta en Vialidad Nacional y candidatos a intendentes como Victoria Tolosa Paz, en La Plata, llegó al influyente Consejo de Políticas Sociales y Juan Debandi, en Tres de Febrero (perdió con Diego Valenzuela), a la Agencia de Bienes del Estado (Aabe).
Es que ya desde la campaña los jefes comunales trazaban una diferencia en el tipo de conducción política que ejercía Fernández y el por entonces diputado kirchnerista, que cuenta con el paraguas protector de Cristina Kirchner, nada menos.
En los hechos, muchos alcaldes privilegian la relación con la Casa Rosada. Y el presidente, en búsqueda de construcción de un poder propio para diferenciarse de la influencia de la actual vicepresidenta, también los tiene en cuenta para afianzarse en un territorio donde se concentran la mayor parte de los votos de la Provincia.
Este viernes, de hecho, en plena presentación del aumento de los haberes jubilatorios en Casa Rosada, su primer gran anuncio de gestión, Fernández recordó un diálogo vivido unas horas antes en un acto en Hurlingham cuando «hablé con (el intendente) ‘Juanchi’ Zabaleta sobre el rol de los intendentes controlando el cumplimiento de Precios Cuidados».