Con la elección del senador Miguel Angel Pichetto como compañero de fórmula, el presidente Mauricio Macri retomó la iniciativa política, calmó los mercados, consiguió que al menos ayer baje el riesgo país, obtuvo el apoyo de sus socios de Cambiemos y arrinconó la estrategia de Sergio Massa, el dirigente menos querido tanto en la Rosada como en el Instituto Patria. También sorprendió rompiendo el manual de estilo de Jaime Durán Barba y Marcos Peña: buscó alguien del sistema político uno que aprueba el círculo rojo.
Nada mal, no?
Así, los diez minutos de fama de ese Massa dubitativo que –como sucedió en las últimas tres elecciones- se presentaba a sí mismo explicándoles a todos las condiciones de su acuerdo, termina con el cierre de una alianza con los K en los términos que el kirchnerismo quiere: las mayores chances son, hasta hoy, que encabece la lista de candidatos a diputados.
En sus declaraciones de anoche, Pichetto se mostró alineado con el mensaje del gobierno: nosotros somos la democracia y el progreso, los otros el autoritarismo y el pasado.
El mensaje no era tan efectivo dicho por los Pro puros, pero, dicho por un peronista experto en realizar acuerdos parlamentarios que sumaron a la gobernablidad y también habiendo sido el senador que impidió que le saquen los fueros a Cristina Fernández de Kirchner, el mensaje suena más fuerte y renovado.
No es un gorila, no es un anti Ka: es Pichetto el que dice que si vuelve Cristina corremos el riesgo de ser Venezuela. Ya la grieta no es Macri o Cristina sino que finalmente se impone el plan de Cambiemos: el futuro versus el pasado.
Pichetto fue diputado nacional entre 1993 y 2001. Senador nacional entre el 2001-2007 y reelecto por dos periodos más.
En 2002, fue nombrado presidente del bloque justicialista en Senado, cargo al que ayer, obviamente, renunció. Quiso ser gobernador de Río Negro tres veces: en 2007, en 2011 y en 2015 y perdió.
Pero no son los votos que puede traccionar Pichetto, lo que valoró el oficialismo al ofrecerle el puesto. El jefe de gabinete Marcos Peña fue claro ayer: «en el Gobierno creemos que, sin dudas, lo que representa esta fórmula presidencial es la posibilidad de una búsqueda de ampliación a la gente que no sólo apoya a Cambiemos». Y añadió: «Pichetto representa el compromiso con la gobernabilidad, el compromiso con la democracia y la institucionalidad».
Así, hacia la centro derecha del PJ, el gobierno amplia su base y le dice a los mercados que la gobernabilidad está garantizada.
Por qué es tan importante eso? Porque son varias las leyes que necesitan ser consensuadas y el oficialismo en minoría necesita más que nunca del consenso y de esas leyes aprobadas para cumplir con sus acreedores.
Pichetto también mencionó a los acreedores en sus declaraciones de ayer. Localizó el inicio de esta decisión en un viaje a Nueva York con acreedores de la Argentina en el que se dio cuenta, según sus palabras, “que no podíamos volver atrás”.
El rionegrino no es el único “operador” de estas fórmulas electorales. La del Frente para la Victoria es el caso máximo: Alberto Fernández es, ante todo, un operador político y un constructor de puentes. Pichetto lo mismo.
Será que desde ambos costados de la grieta se dieron cuenta que llegó la hora de buscar consensos para gobernar? O será un nuevo capítulo de la saga de promesas inclumplidas en años electorales? Sólo resta esperar y aguantar, amigos.
