El regreso a la comunicación cálida se vio con la difusión en Facebook de un video de un periodista, que está entre los más vistos en su página de la red social con más de 3 millones de reproducciones. También con los llamados a distintas personas “comunes”. Se da justo después de semanas donde el Gobierno mostró un endurecimiento en su discurso y sus acciones. “Una estrategia no quita a la otra, conviven”, dicen en el Gobierno y hablan de «coherencia y consistencia» y «economía de la atención». En esta nota te explicamos lo que piensan en Cambiemos a la hora de hablar.
Luego del capítulo de comunicación de gobierno al estilo Quentin Tarantino que se abrió con el «háganse cargo de algo alguna vez» que le espetó el Jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña, a Axel Kicillof en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso y que continuó con la alusión a las mafias sindicales del propio presidente Mauricio Macri frente a las narices de un grupo de jefes de gremios en vísperas del paro general, vivimos -en la última semana- un regreso al camino gandhiano por el que Cambiemos se volvió distinto en la rutina política argentina llena de piñas y aprietes.
¿Cómo y por qué volvieron a cause luego de que confrontaron con maestros, sindicalistas y piqueteros el mismo mes que inicia el año electoral? ¿Y por qué, mientras se forja una imagen de mayor dureza, estas semanas el equipo de comunicación decidió reflotar un viejo recurso del ¨sí, se puede”?.
El ablandamiento del discurso comenzó con el propio Macri quien difundió un video en redes sociales que sorprendió al propio equipo de gobierno porque se transformó en uno de los más vistos en su perfil de Facebook.
El martes 11 a la noche, en el muro de Macri en esa red social se posteó un video del periodista Sergio Lapegüe, donde cuenta la historia de un hombre que era remisero pero soñaba con ser piloto, y que luego de mucho esfuerzo lo consiguió. “Todo es posible”, lo tituló Macri, casi como el slogan oficial. Y el propio Lapegüe terminó parafraseando el “sí, se puede” que el PRO utilizó hasta el cansancio durante la campaña electoral. En apenas dos horas ya tenía más de medio millón de reproducciones. 24 horas después arañaba los 3 millones de reproducciones, había sido compartido más de 120 mil veces y más de 7.500 usuarios dejaron un comentario. ¿Volvieron al camino zen?
Los videos anteriores, por ejemplo, habían superado las 700 mil reproducciones, y uno de la semana anterior, en el que había llamado a Franco Mariani -el anciano que se hizo famoso en la marcha del 1A-, fue visto 1,7 millones de veces.
“Está muy alto, puede que sea de los más altos en el Facebook de Macri”, se entusiasmaba una fuente gubernamental que sigue de cerca todo lo que sucede en el mundo de las redes sociales (también ponen énfasis principalmente en Twitter, Instagram y Snapchat). Y la reflexión también era que los comentarios recibidos, en su gran mayoría, eran positivos, demostrando que el discurso emotivo les sigue siendo redituable. En otros posteos, en cambio, es más común que se intercalen comentarios de apoyo, con otros críticos de la gestión macrista.
Una altísima fuente de Gobierno con la que hablé en estos días lo explica así: «El círculo rojo cree que nosotros polarizamos con Cristina, que le hablamos a la dirigencia kirchnerista pero a nosotros no nos interesa ese diálogo, sino el diálogo con las bases que nos apoyan a nosotros y que tienen el mismo hartazgo de las corporaciones que nosotros denunciamos. Para seguir siendo creíbles y confiables nuestro discurso tiene que tener consistencia y coherencia«.
–Pero ustedes al elegir el interlocutor, también descartan a otros, es decir cuando eligen confrontar con el pasado dejan de lado a Massa, por ejemplo, acotó esta cronista.
–«Massa no se queda afuera del debate porque nosotros no le contestamos, sino porque la gente percibe que su discurso es oportunista. Es más táctico que estratégico», agregó el funcionario que accede a diario al despacho del Presidente.
En ese contexto, el llamado a “gente común”, genera efecto. El abuelo Franco, ese señor que el 1A le mostró su agradecimiento por el apoyo que le brindó -cuestionado luego por cierto pasado- , no sólo lo hizo en la manifestación en respaldo al Gobierno sino también en su participación en Intratables.
Unos días antes, para el aniversario de la guerra de Malvinas, llamó a Osvaldo Ardiles, el técnico de fútbol, para “escuchar su experiencia” sobre ese conflicto bélico del que se cumplieron 35 años. Ardiles jugaba en el fútbol inglés en ese entonces, mientras su primo, José Ardiles, se transformaba en el primer piloto argentino caído en las Islas. “Su mensaje es uno de reconciliación, de respeto, y de apostar al diálogo para llegar a una solución en este reclamo al que no vamos a renunciar nunca”, decía el texto que acompañaba el video.
“Una cosa no quita la otra, conviven”, explican fuentes del oficialismo sobre esta dualidad que se está viendo en la comunicación que sale desde la Casa Rosada. Las encuestas muestran que se fortaleció la imagen pública de Macri en el último mes, luego de un principio de año dificultoso. La dureza en el discurso y la polarización con el kirchnerismo lo ayudan. Pero la receta que impuso el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba es irrenunciable también, ya que ayuda al presidente a mostrarse como una persona común y sensible. O al menos, a intentarlo. En ese sentido, el Gobierno ya ensaya lo que probablemente termine siendo la esencia de la campaña: un discurso confrontativo, matizado con invocaciones a la esperanza y al futuro. Para los cerebros de la comunicación oficial, la clave es no saturar. La fuente del riñón del presidente que charló conmigo lo explica así: «Nosotros trabajamos con lo que llamamos ‘economía de la atención’. Por la cantidad de información que le llega al ciudadano, tenés una capacidad de atención acotada por día. Ahí está la base de la lógica de las conversaciones masivas e individuales. Como competís con muchos actores y mensajes, tenés que tener coherencia y cohesión en el discurso. Y tener en claro qué sos, qué decís y qué hacés«.
Ser y hacer, en consecuencia. En esa lógica es donde el estilo del relato M junta sus extremos: pueden esperanzarse y decir que sí se puede, pero también pelear un poco. El peligro sería no saber por y para qué.