Gustavo Sáenz, gobernador de Salta, emerge como uno de los mandatarios provinciales que ponen límites a la convocatoria al «Pacto de Mayo» propuesta por el presidente Javier Milei. En un contexto donde la aceptación y alivio predominan entre los gobernadores, Sáenz se distancia y defiende el federalismo.
La postura de Sáenz se suma a la del mandatario de La Pampa, Sergio Ziliotto, quien anteriormente había enfatizado que «no se construyen consensos pretendiendo poner de rodillas al otro». Para Sáenz, al igual que para Ziliotto, la defensa del federalismo es innegociable e irrenunciable.
Sin embargo, la postura de Sáenz no ha sido bien recibida por todos. José Luis Espert, presidente de la comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados y aliado del Gobierno, arremetió contra el gobernador de Salta, instándolo a devolver la diferencia recibida por coparticipación, reducir el gasto público y aumentar los impuestos locales.
Las palabras de Espert resonaron como una amenaza para Sáenz, quien rechazó la idea de firmar un pacto a libro cerrado y criticó el uso del «látigo y la billetera» por parte del Gobierno para «disciplinar a los gobernadores».
En una entrevista radial, Sáenz reiteró que la defensa del federalismo es prioritaria y cuestionó el método de imposición utilizado por el Gobierno. Además, señaló que el equilibrio fiscal no debe lograrse a expensas de los ciudadanos y las provincias.
Con esta postura, Sáenz se une al grupo de gobernadores que se resisten a aceptar el paquete cerrado de 10 puntos del «Pacto de Mayo», sumándose a figuras como Ziliotto, Gildo Insfrán de Formosa, Ricardo Quintela de La Rioja y Axel Kicillof de Buenos Aires.
En palabras de Ziliotto, «el diálogo se construye a partir del respeto» y los acuerdos surgen del consenso, no de la imposición. La postura de Sáenz refleja una defensa firme de los principios federales y un rechazo a ser sometidos por decisiones unilaterales desde el gobierno central.
