En un giro inesperado dentro de la escalada entre Estados Unidos y Venezuela, Donald Trump y Nicolás Maduro habrían mantenido una llamada telefónica el 21 de noviembre que confirmó la presión máxima de Washington para que el líder chavista deje el poder de inmediato. La comunicación habría cambiado la situación drásticamente hasta el día de hoy, cuando el presidente norteamericano decidió reunión a su Gabinete de Seguridad y Defensa.
Según el Miami Herald, Trump le habría exigido a Maduro: "Tenés que abandonar el país ahora mismo”. Trump reconoció públicamente el contacto, aunque evitó detallar el contenido: “No quiero comentar sobre eso, la respuesta es sí. No diría que salió bien ni mal. Fue una llamada telefónica”.
Sin embargo, el senador republicano Markwayne Mullin reveló en una entrevista con CNN que en la conversación se ofreció a Maduro la posibilidad de salir del país hacia Rusia u otro destino seguro.
Según lo trascendido, Trump garantizó un salvoconducto para Maduro, su esposa Cilia Flores y su hijo si aceptaban renunciar en forma inmediata. A pesar de esto, la negociación se habría trabado por tres puntos: Maduro exigió una amnistía total para su grupo, mantener el control de la Fuerza Armada a cambio de elecciones libres y un calendario flexible para su salida, mientras que Washington pidió una renuncia sin demoras. Ante la negativa de Maduro, el diálogo no tuvo continuidad.
Desde el 1 de septiembre, Estados Unidos desplegó la mayor fuerza militar en el Caribe desde la Guerra del Golfo, con alrededor de 16.000 efectivos, incluidos buques de guerra, un portaaviones nuclear, cazas F-35 y drones de vigilancia. Oficialmente, la misión es interdictar el narcotráfico, pero Washington acusa a Maduro de liderar el Cártel de los Soles, responsable de inundar EE. UU. con drogas.
El politólogo venezolano Luis Nunes explicó que Maduro respondió con demandas para mantenerse en el poder hasta 18 meses más, asegurar el control chavista de la Fuerza Armada y preservar la estructura del régimen. Trump, con la asesoría del secretario de Estado Marco Rubio, rechazó todas las condiciones y planteó una salida inmediata o enfrentar consecuencias más duras.
Para Nunes, la conversación terminó “muy mal” y marca un punto de no retorno, reduciendo las chances de una salida negociada y abriendo la puerta a una escalada del conflicto. Además, reveló que la llamada fue solicitada por Maduro, lo que generó críticas en Washington dada la calificación del régimen venezolano como vinculado al terrorismo.
En Venezuela, la situación interna se complica: la ausencia reciente de Maduro en un acto militar y la fuga de oficiales reflejan una creciente desconfianza dentro de las fuerzas armadas, que sostienen al régimen a través de una estructura de lealtades basada en incentivos más que convicciones.
Según Nunes, Maduro no actúa solo, sino bajo la influencia de una red de poder donde Cuba juega un rol clave, incluso por encima de aliados como Rusia o China. El futuro del chavismo se reduce a tres opciones: una salida negociada con condiciones, una caída forzada o un atrincheramiento que intensifique la tensión.
El experto en relaciones internacionales Francesco Tucci destacó que el ultimátum de Trump busca una “rendición con salida segura”, mientras que Maduro intenta asegurar una transición que mantenga el control chavista y las garantías de impunidad. Tucci señaló que la fórmula de Maduro se inspira en el modelo nicaragüense de 1990, buscando preservar la estructura militar y económica del régimen.
Tucci visualiza tres escenarios posibles: la persistencia de negociaciones bajo presión, una escalada con operaciones selectivas contra el régimen y un congelamiento prolongado donde la crisis se administre sin cambios profundos. En todos, el papel de la Fuerza Armada será decisivo, ya que sus mandos forman parte integral del poder y ven la supervivencia del régimen como su escudo frente a procesos judiciales.
Los altos mandos militares evalúan la correlación de fuerzas, percibiendo a la oposición fragmentada y a los aliados externos del chavismo todavía comprometidos, lo que fortalece su apoyo a Maduro. Solo una combinación de presión externa abrumadora y garantías sólidas podría provocar fisuras internas.
Hasta ahora, las señales públicas son de lealtad hacia Maduro, acompañadas de purgas y detenciones dentro del régimen. Sin embargo, Tucci advierte que en este tipo de gobiernos las fracturas suelen ser inesperadas y pueden surgir cuando sectores del poder decidan que sacrificar al líder es necesario para salvar el sistema.



