Reina un ánimo derrotista en el peronismo. Tratan de evitar una caída histórica pero sienten que el kirchnerismo duro patea en contra.
Fuentes de los bloques oficialistas de ambas Cámaras del Congreso indicaron a #Borderperiodismo que la controvertida jugada del kirchnerismo en Diputados para nombrar a los dirigentes de La Cámpora Julián Álvarez y Juan Ignacio Forlón en la Auditoría General de la Nación (AGN) no cayó bien entre los peronistas.
Fue la contracara de lo que sucedió el mismo día en el Senado. Allí, el bloque oficialista, donde los ultra K son minoría, decidió suspender una reunión de comisión en la que se aprobaría un subsidio anual de $15.000 para la fundación que preside Susana Trimarco. Las fuentes consultadas indicaron que los senadores quisieron evitar una posible polémica que empañara aún más la campaña.
Sus pares de Diputados, en cambio, no fueron tan cautelosos. Ese bloque, que tiene una fuerte presencia camporista, avanzó con la polémica designación de auditores a pesar del escándalo que armó la oposición, quien acusó al oficialismo de apurarse con el único fin de acomodar a los ultra kirchneristas antes de dejar el poder. Es la misma opinión que empieza a extenderse en el peronismo ortodoxo.
El desánimo en el peronismo se da porque sienten que, mientras ellos intentan bancar a Scioli, los K les patean en contra. El ejemplo de esta situación de crisis lo dieron el salteño Juan Manuel Urtubey, que criticó la llamada «campaña del miedo», y el vicepresidente del Banco Provincia, José Pampuro, quien le pidió a «algunos compañeros que se callen un poquito».
Ambos dirigentes enviaron así un mensaje para los protagonistas del «fuego amigo», como podrían ser el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, que cuestionó al funcionario sciolista Gustavo Marangoni; el ministro de Salud, Daniel Gollán, que tuiteó sobre el supuesto riesgo que correrían los pacientes oncológicos si gana Mauricio Macri; y para La Cámpora, principal impulsora de la estrategia del «miedo».
Si bien no confrontará con la presidenta Cristina Kirchner, Scioli parece haber entendido que la clave para captar votos independientes es marcar diferencias con su gestión. En esta semana ofreció varios gestos en ese sentido.
Se animó a decir que el kirchnerismo «en algunas cosas no cumplió con las expectativas de la sociedad»; reconoció la inflación y autorizó a su eventual ministra de Economía, Silvina Batakis, a reconocer que se debe «transformar el INDEC» y volver a «hacer mediciones» sobre la «pobreza», por mencionar algunos ejemplos.